La lluvia no fue impedimento para que, por tercer año consecutivo, el pasado 25 de mayo, se realizara la Vigilia de Oración por las vocaciones sacerdotales en el Seminario Mayor Arquidiocesano San Juan Bautista en San Juan. La misma fue enmarcada en el Jubileo del Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez que a su vez inspiró el lema: La salvación del mundo depende del santo que llegue a ser.
A las 7:00 de la noche el coro de las Siervas de María inició mediante un cántico el rezo de las vísperas. Mientras, los seminaristas, seguidos por Monseñor Iván Huertas Colón, vicario vocacional de la Arquidiócesis de San Juan, caminaron en procesión hacia el altar donde se encontraba la custodia a la que Monseñor colocó el Santísimo que permaneció expuesto por espacio de 12 horas. Cabe destacar que cada hora contó con un coro o grupos provenientes de distintas parroquias de la Isla.
Como parte del evento, Mons. Huertas, pidió a Dios por una noche de silencio, de oración “para que el corazón de cada joven sea tocado y reciban aquella llamada que están sintiendo en sus corazones”. Asimismo, abogó por la intercesión del Beato Carlos Manuel, “a quien recordamos durante esta noche, para sentir su amor y que nos sirva de modelo como aquellos que se consagraron al servicio de la iglesia”.
La Vigilia culminó a las 7:00 de la mañana del día siguiente con la misa presidida por Mons. Roberto O. González Nieves, Arzobispo de San Juan. Actualmente, en el seminario de la Arquidiócesis hay nueve seminaristas en formación de los que dos están solicitando la ordenación al diaconado.
En un aparte con El Visitante, el rector del seminario compartió que: “Estamos contemplando como una figura modelo de santidad a este gran hombre (al Beato) dentro de la Iglesia puertorriqueña y nos ayuda a nosotros, y a los jóvenes, futuros sacerdotes, para que vean en un laico su amor, su empeño y su corazón, y poner todo esto en la vocación particular a la que fueron llamados, la vocación sacerdotal. Ver que todos estamos llamados a la santidad nos da una enseñanza a nosotros y un hombre que vivió para encaminar y vivir la liturgia como se debe sagradamente ayuda a los futuros sacerdotes a que tomen ese amor a la liturgia de la cual ellos serán mañana los que presidirán y enseñarán al pueblo”.
De otro lado, Guevnex II Hernández, quien se encuentra en su primer año de Teología, narró que fue una coincidencia de Dios que la vigilia se enmarcara en el año centenar del nacimiento del Beato. “Tener la experiencia de este hombre que vivió las virtudes de una manera heroica y que la iglesia lo ha reconocido. Estar en Puerto Rico y saber que este hombre estuvo entre los puertorriqueños de aquella época, demuestra que la santidad no es algo lejos, inalcanzable, si no que nosotros como personas podemos alcanzarla siempre encomendando a Dios nuestros planes. Eso es lo que me motiva a ir preparándome y hacer que mi vida vaya creciendo constantemente para vivir para esa noche y estar preparado cuando me toque encontrarme con Dios”, compartió.
El seminarista de 21 años exhortó a otros jóvenes a que “aprendan a escuchar, a vivir en silencio, no necesariamente de palabra, si no de silencio interior. Es saber acallar los sentidos en general para que de esa manera se dejen moldear, hablar y penetrar por el amor tan maravilloso de Dios para que puedan descubrir en su vida a lo que los llama. En mi caso recibí mi vocación a los 3 años y desde ahí he estado en un proceso de discernimiento hasta que entré al seminario a los 17 y todo ha tenido que ser en silencio. Las hierbas y las flores del campo germinan en el silencio, no hacen ruido. Que nuestra vida y la de todos los jóvenes de hoy en día sean un constante silencio en el cual podamos escuchar y descubrir a Dios”.