San Francisco de Asís nació en Asís (Italia), en el año 1182. Su padre era comerciante y su madre pertenecía a una familia noble. En su juventud no se interesó por los negocios de su padre ni por los estudios. Se dedicó a gozar de la vida sanamente, sin malas costumbres ni vicios. Aunque gastaba mucho dinero, siempre dio limosnas a los pobres.

A sus 20 años, se desató un pleito entre las ciudades de Perugia y Asís, y Francisco fue prisionero por 1 año. Cuando recuperó la libertad cayó gravemente enfermo. Lo que a su vez fortaleció y maduró su espíritu. Una vez recuperado, decidió ir a combatir en el ejército.

A su salida del combate, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios.

Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora mujer, Santa Clara, inspirada por él, fundó las Clarisas.

San Francisco dio a su orden el nombre de “Frailes Menores” ya que quería que fueran humildes. Cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical. Llegó a ser conocido como el “Pobre de Asís” por su matrimonio con la pobreza y su amor por la naturaleza.

Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Al enterarse que le quedaban pocas semanas de vida, dijo: “¡Bienvenida, hermana muerte!”. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la iglesia de San Jorge en Asís.

En 1228, apenas 2 años después de su muerte, fue canonizado por el Papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo. La festividad de San Francisco de Asís se celebra el 4 de octubre.

La influencia del poema de San Francisco y de su literatura derivada se haría visible en la poesía ascética y mística del Renacimiento. El título de la encíclica del Papa Francisco, Laudato Sí’, está inspirado en esta obra.

El santo contribuyó mucho a la renovación de la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media. ■

(Fuentes: Varias)

Nilmarie Goyco Suárez
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n.goyco@elvisitantepr.com

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