Relato de un esposo y cuidador


Miles de familiares cuidan a un ser querido con Alzheimer en Puerto Rico. Ismael Sánchez Miranda es uno de ellos, él cuida a su esposa Hilaria. Recientemente la pareja cumplió 55 años de casados, solo que Hilaria desde los últimos años tiene pocos momentos de lucidez para reconocer la alegría del aniversario. Al menos, ella conoce a su esposo y sus hijos.

Don Ismael se dio cuenta de la precariedad mental de su esposa y actuó en consecuencia. El matrimonio frecuentaba lugares muy conocidos y por momentos Hilaria se despistaba. La situación fue evidente cuando llamaba a seres queridos fallecidos hace años. Los médicos diagnosticaron Alzheimer. Dos caídas con fracturas, una en el teatro y otra en el hogar, aceleraron los síntomas. “Los doctores me indicaron que las caídas acelerarían la enfermedad”, dijo el esposo.

“Hace 1 año la llevé a la casa donde nació, vivió, se crió y donde celebramos nuestra boda, ella no sabía dónde estaba. Ella no sabe que Mónica ganó o que Culson perdió”, explicó sobre su estado actual. El también cuidador se cuestionó sobre el origen de la enfermedad porque Hilaria no tiene familiares con Alzheimer.

Al esposo lo asiste una gentil señora que se encarga del cuidado de Hilaria durante el día, cuando Ismael sale a laborar como CPA con una larga trayectoria desde los años 60. Para que la enfermedad no avance, el día de Hilaria se basa en cuatro pilares: buena alimentación; un paseo por el vecindario en silla de ruedas y algo de ejercicio; buen trato; y medicamentos.

Cada domingo don Ismael va a Misa y extraña la compañía de su esposa, quien toda su vida fue una fiel católica. Pero hay algo que ella no ha olvidado, su Rosario. “Rezamos el Rosario casi todas las noches. Reza el Rosario completo conmigo con todas las oraciones adicionales, con el Credo, la Salve y contesta todo bien”, dijo con alegría. Ambos provienen de familias muy católicas y de toda la vida rezaron el Rosario juntos, en matrimonio.

“La realidad es que esta enfermedad ha golpeado a la familia”, explicó. Hilaria está físicamente en las reuniones familiares de días festivos, pero no comprende qué ocurre. Hace unos años las conversaciones alegres y emotivas entre ellos eran sobre sus recuerdos porque juntos viajaron el mundo, vieron cientos de obras de teatro; todo eso se desvaneció para ella. La esperanza de la familia es que la enfermedad no progrese y don Ismael hace todo lo posible.

También el Alzheimer tiene daño colateral con la familia y los cuidadores con el cansancio. “Esto ha afectado demasiado a la familia y a los que la cuidamos”, dijo.

Ante todo esto explicó que ellos se casaron para toda la vida y no solo para los buenos momentos y como su vida fue tan feliz, el vínculo y el deseo de dar la milla extra son muy fuertes. “Hilaria fue una excelente esposa, madre, mujer, dedicada a su familia y al hogar. Estuvimos juntos todo el tiempo con un matrimonio muy unido”, articuló.

Conteniendo su postura firme y con voz entrecortada dijo: “No me gusta salir en la mañana, irme a la oficina sin saber cómo amaneció… porque es mi compañera de 55 años, es mi esposa”.

 

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