Cuando una persona participa de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), al regresar a su país natal la pregunta que más abunda es si vio al Papa, si se encontró con él, o cuán cerca estuvo. Si eso ocurrió es extraordinario, ver el Sucesor de Pedro, la máxima autoridad de la Iglesia. Todo eso está muy bien, pero la realidad es que el participar de la JMJ, de todos sus encuentros y de todas sus actividades, e incluso ver al Papa, tiene que llevarte a una experiencia y encuentro con Dios. Todo esto lo podemos lograr por medio de:

Una Iglesia Universal: En la JMJ participan jóvenes y asesores de Pastoral Juvenil de distintos países, por lo tanto de distintas lenguas, idiomas que uno no entendía nada. Sin embargo era impresionante cuando se celebraba la misa en un idioma que no era el tuyo, y aunque no entendieras las palabras, sí podías entender y vivir cada momento de la Santa celebración. De igual manera al encontrarnos con otras delegaciones y juntos cantar la misma canción, pero en distinto idioma. Me hacía recordar el pasaje bíblico del día de Pentecostés: “Cada cual hablaba en su propia lengua, y todos se entendían”, (He 2, 1-11). Esta es una riqueza de nuestra Iglesia: es la Iglesia Universal, y ahí está Dios.

Un amor inmenso a la Madre de Dios: Una cosa que impresionaba del pueblo polaco, era el amor inmenso, devoción y confianza a la Madre de Dios. Todo templo que visitamos, casas, escuelas y otros lugares, allí estaba el ícono de la Madre de Dios. Es un pueblo puramente Mariano, capaz de reconocer que tenemos a Dios como padre y a María como madre. Cada vez que cantábamos el Dios te salve María, había que ver cómo los polacos caían de rodillas en tierra y nos acompañaban cantando en su idioma. Y allí estaba Dios.

Una Iglesia llena de Fe y Valor: Meses antes de la JMJ las noticias internacionales abarrotaron las redes sociales sobre el peligro de participar de este evento. Incluso se anunciaba que era un lugar propicio para un atentado, la cuestión de los ISIS y los cristianos, en fin mucha gente canceló su participación. En un principio aproximadamente unos 360 mil jóvenes se inscribieron en la JMJ, sin embargo sin importar propaganda negativa o de terror, la respuesta del sector joven fue tan sólida al encuentro con Dios. En la Vigilia de la JMJ se calcularon cerca de 3 millones de participantes. Ahí estaba Dios, en la oración del sector joven, en su fe, en su fuerza, en su valentía, en el amor a Dios. Pudo más el convocar de Dios, que la propaganda negativa y de terror de los medios de comunicación social.

Aquel mar de gente caminando hacia el lugar de encuentro para la Vigilia, me recordaba al Pueblo de Dios cuando salía de Egipto e iba camino a la Tierra Prometida, o a los sirios cuando huyen de sus tierras, por persecuciones, para encontrarse con Dios en la paz. Los participantes de la Vigilia caminaban, hasta cuatro y cinco horas para salir del bullicio diario y encontrarse con Dios.

Una Iglesia con el corazón abierto a Dios: Es impresionante la historia de Polonia, una tierra invadida en un momento histórico por Alemania (1939) y Rusia. Por 123 años ante estas invasiones Polonia dejó de existir, la convierten al comunismo y tratan de sacar a Dios de este pueblo. Pero este pueblo se levanta y se reconstruye. No pierden su identidad pues es la Iglesia quien les ha mantenido en la gran esperanza.

Esta historia me recuerda al Pueblo de Israel cuando salió de Egipto y Dios le promete la Tierra. Esta tiene que ser conquistada, pero la conquista mayor era la de tener presente el memorial de la Alianza, los Diez Mandamientos, (Ex19,3-6).

Para el pueblo polaco la Iglesia es vital, es su centro, por eso la abundancia de vocaciones. La Iglesia está sumergida y envuelta en las situaciones del pueblo, y ahí está Dios. Tristemente nuestro Puerto Rico con su separación de Iglesia y Estado ha ido sacando a Dios de nuestras vidas y de nuestra historia.

Ahora podemos entender por qué del pueblo Polaco surgen santos como San Juan Pablo II, Santa Sor Faustina Kowalska, San Maximiliano Kolbe, e incluso los dos sacerdotes Franciscanos, Michele Tomaszek y

Zbigneo Strzalkowski quienes el Papa Francisco decretó como mártires al ser asesinados en el Perú y tantos otros.

La fe de la juventud: Es esperanzador el descubrir en la JMJ a tantos jóvenes con una fe inmensa, llenos de alegría, deseosos de cambiar a este mundo, enamorados de Jesús. El mundo no está perdido mientras jóvenes sigan orando, mientras sigan haciendo opción por lo más importante, Dios. Apoyemos a nuestros jóvenes, ayudémosle para que puedan descubrir su espacio en nuestra Iglesia.

Revdo. D. Wilfredo López Mora
Profesor de Teología y Filosofía en la PUCPR-Arecibo

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