“Convertíos con sinceridad”, (San Francisco de Paula).
En más de una ocasión habrá escuchado decir que alguien se convirtió, haciendo alusión a aquellos que inician su vida en otras denominaciones cristianas.
Sin embargo este no es un término común entre los católicos. Pese a esto, la conversión en la Iglesia Católica tiene gran relevancia, pues implica un cambio profundo en la mente y en el corazón.
Para el Padre Rafael Alvarado, director espiritual del Movimiento de Retiro Juan XXIII de la Diócesis de Ponce, la conversión es la vuelta al Padre.
“El pecado es lo que te aleja de Dios, por ende la conversión es esa vuelta a la Casa del Padre donde el Padre te acoge como en la parábola del hijo pródigo”, dijo el también párroco de San Corrado de la Ciudad Señorial.
El sacerdote explicó que la conversión se da de manera individual y aunque puede ser influenciada por otras personas tiene que ser algo que salga del individuo. Precisó que en la mayoría de los casos el proceso de conversión se da luego de tocar fondo.
“Entraste en una gran crisis, después de que se te derrumbó el edificio que te propuso la fantasía del mundo y cuando estás a punto de tirar la toalla, el Señor te da esa gracia, ese deseo de conversión para regresar a la Casa del Padre”, dijo P. Rafy.
A su vez, señaló que a lo largo de toda la vida el cristiano está en un proceso de conversión, los que son malos para ser buenos y los que son buenos para mejorar.
Asimismo, el clérigo sostuvo que una persona que entra en un proceso de conversión serio, es una persona que cambia radicalmente su vida y la perspectiva que propone en adelante de la conversión es una auténticamente cristiana.
“Estas personas influyen grandemente dentro de la sociedad, son personas nuevas, con una nueva filosofía de vida que disfruta del mundo, pero no se dejan envolver ni zarandear por las cuestiones del mundo. Más bien toman un orden en su vida, toman un rumbo, un camino”, opinó el Padre sobre los que se convierten.
Finalmente el director espiritual por los últimos 2 años del Movimiento Juan XXIII, dijo que estos retiros se caracterizan por hacer un llamado a personas que están alejadas de la Iglesia y están pasando situaciones difíciles.
“Se les hace una invitación que muchas veces responden y pasan por ese proceso en el que se les actualiza la vida. Se les explica lo que es el pecado y lo que implica y se le dan las herramientas para que trabajen en el proceso de cambio que no termina con el retiro, sino que se extiende para lograr una conversión permanente”, concluyó.