“Sal y permanece en pie en el monte ante el Señor” 1 Re 19, 11
A: Presbiteros, Diáconos, Religiosos, Religiosas y Pueblo Santo de Dios
De:
S.E.R. Mons. Luis F. Miranda Rivera, O. Carm.
Obispo de la Diócesis de Fajardo-Humacao
Fecha: 15 de diciembre de 2020
Queridísimos Hermanos:
En este tiempo de Adviento en preparación para la Navidad, me dirijo como Padre y Pastor a toda la comunidad diocesana de Fajardo-Humacao por primera vez, desde que asumí el pastoreo de esta Diócesis Misionera de El Yunque.
Como Religioso Carmelita, mirando el ejemplo de nuestro Padre e Inspirador del Carmelo, el Profeta Elías, les invito a leer el pasaje bíblico de 1a Reyes 19, 9a. 11-13. El Señor también nos llama hoy, como al profeta Elías, a salir de nuestra cueva y acercarnos al establo de Belén para dejarnos sorprender por la sencillez de un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lc 2, 7). En nuestro caminar, damos rienda suelta a nuestra fantasía, pero más allá de ella, Dios siempre nos sorprende. Al profeta Elías se le dice “Sal y permanece en pie en el monte ante el Señor” (1 Re 19, 11). El Señor no se manifiesta al profeta Elías en el huracán, en el terremoto ni en el fuego. No se manifestó en ninguno de estos elementos clásicos de la historia de la salvación. Pero, Yahvé Dios, se le manifestó en el susurro de una brisa suave. El profeta cubrió su rostro con el manto y escuchó la voz del Señor diciéndole que volviera al camino para reemprender la misión que se le había encomendado.
También, en esta Navidad, se nos pide salir de nuestras cuevas donde esperamos al Señor según nuestros planes, y acercarnos al establo de Belén para comprobar que Dios se nos muestra de manera imprevista, arropándose en la sencillez, en la pobreza y en la humildad. Su realismo humano es el referente de la autenticidad para el hombre. Ciertamente, en el edificio de nuestra espiritualidad, toda ostentación se desploma. Porque nuestro Señor no hizo alarge de su categoría de Dios, sino que quiso pasar por uno de tantos, naciendo pobremente en un establo de un pueblito pequeño y aparentemente insignificante, Belén de Judá. Así nos enseña el valor de la humildad, la sencillez, la cercanía, la ternura y la compasión. Que esta Navidad no sea abrir regalos, sino que sea un encuentro con el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Vayamos juntos al establo de Belén, contemplemos al Dios que se hace hombre y regresemos para construir juntos ese cielo nuevo y esa tierra nueva que todos esperamos.
El pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco proclamó un año jubilar en honor a San José, Custodio de la Sagrada Familia y Protector de la Iglesia Universal. Unámonos en oración por los médicos, enfermeros, enfermeras, por todo el personal sanitario, por aquellos que han perdido la batalla del COVID-19 y por las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos. En este año jubilar, encomendemos estas intenciones a nuestro protector San José para que nos cuide a todos y, con el tierno amor de Dios, extienda su protección sobre todo el mundo.
Deseo a todos una feliz Navidad y un Año Nuevo 2021 lleno de esperanza, paz, salud y alegría.
¡El Señor Jesús y su Santísima Madre, la Virgen María, les bendigan y acompañen siempre!