La Misa Crismal, no solo se distingue por ser una celebración que ocurre una vez al año, sino que en ella se bendicen los óleos, también conocidos como crisma, proveniente de la palabra latina chrisma que significa unción.

Uno de los propósitos principales de esta Eucaristía es bendecir los óleos que utilizarán los sacerdotes de la Diócesis en sus parroquias durante todo el año. El Crisma se confecciona con aceite de oliva 100 % extra virgen mezclado con perfume lo que le distingue de los demás óleos. Cabe señalar que el Santo Crisma se consagra porque lleva un perfume especial, se utiliza en el Bautismo, la Confirmación y la Ordenación Sacerdotal ya que son los Sacramentos que imprimen carácter y marcan para toda la vida.

La consagración del Santo Crisma (en representación del Espíritu Santo) y la bendición del óleo de los enfermos y el óleo de los catecúmenos ha de ser considerada como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo. Este es el encargado de preparar los aceites y es él exclusivamente quien los bendice. Estos se preparan en grandes cantidades para luego distribuirse en todas las parroquias de la Diócesis. Por lo general, se preparan de antemano para que solo falte la bendición del Obispo que se da en el templo.

A su vez, el Prelado celebra junto con todos los presbíteros de su Diócesis en señal de la unión estrecha de los clérigos con él; puesto que en esta Misa renuevan sus promesas sacerdotales frente al pueblo.

“Una vez que todos los párrocos han venido a buscar los óleos, lo que sobra lo mantenemos en un envase grande para nuestro uso personal en la parroquia o si alguna parroquia con el paso del tiempo necesita reponer, que lo tengamos aquí. Se supone que lo que ha sobrado se consuma antes de la Misa Crismal del año siguiente, si no se quema”, Fray Jimmy Casellas, OFM Cap., párroco de la Parroquia San Antonio en Río Piedras.

Respecto a la Misa el fraile capuchino indicó que: “Tradicionalmente se celebra Jueves Santo porque es la fecha de institución del Orden sacerdotal, pero por razones pastorales en la gran mayoría de los países y en Puerto Rico se celebra Martes Santo”.

No obstante, si por alguna razón la Diócesis opta por hacer esta Celebración el Jueves Santo tiene que ser por la mañana, porque de ningún modo sustituye la misa del Jueves Santo en la noche donde inicia el Triduo Pascual. La Misa debe celebrarse en la Catedral y los invitados principales son los sacerdotes. Sin embargo, también por motivos pastorales se permite que se realice en un lugar más espacioso y se invite a la feligresía.

De otro lado, esta misa también representa la unidad como Iglesia, el color litúrgico es blanco (distintivo del tiempo pascual en señal de gozo, luz y vida). En cuanto al rito además de añadirse la bendición de los óleos (los aceites), “que se hace normalmente después de la homilía” y la renovación de las promesas sacerdotales (que puede variar en el orden de la Misa), los textos presentan un conjunto catequético no solamente acerca del sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio general de los fieles: en la antífona de entrada, la asamblea aclama: “Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre”.

En la Misa Crismal no se dice el Credo. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se llevan en procesión los óleos al altar donde el Obispo los puede preparar, aunque generalmente se preparan de antemano para que solo falte su bendición. En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un sacerdote. Tras ellos se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el agua para la Eucaristía. Después del Sanctus se bendicen el óleo de los enfermos y tras la oración después de la comunión se bendice el óleo de los catecúmenos y se consagra el Santo Crisma.

(Fuentes: Varias)

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