El pasado 9 de noviembre José Paneto Toledo vio cómo su hogar ubicado en el Sector Hoyo 1 de San Juan se consumía por las llamas hasta quedar en cenizas. Mientras los bomberos apagaban el fuego, él solo pensaba en cuáles pertenencias, si alguna, podía salvar pero al final fue en vano. No fue hasta entrada la noche que se pudo extinguir el fuego en su totalidad quedando el hombre con su hija de 7 años de edad en la calle.

“Lo que se construyó en 2 años en 20 minutos se hacía nada… Bendito la ropita de la nena, yo lo que pensaba era en la ropita y en las cositas de ella como tal, porque yo me las invento, pero para ella…”, lamentó mientras recordaba lo ocurrido.

Desde el pasado 23 de noviembre, padre e hija residen en el residencial público Brisas de San Juan en Cupey. Al abrir la puerta de entrada, dos sillas y un radio amueblan la sala. En la cocina una nevera de segunda mano enfría los alimentos, mientras que un espacio vacío espera por la estufa que por el momento sustituyen dos hornillas eléctricas. Una pileta sirve para lavar la ropa a mano, en uno de los cuartos está una cama que le regalaron, mientras que en la otra habitación una colcha sirve para acostarse en el suelo.

José, perdió a su madre el pasado mes de marzo quien era la que le ayudaba con el cuido de su hija mientras él trabajaba en algunos “chivitos” que aparecían. El hombre de 37 años nunca ha recibido ayuda económica del gobierno, pues según dijo, prefiere buscarse el peso trabajando en lo que aparezca. “Aunque el área allá abajo (donde vivía anteriormente) es una barriada, casi todos son hombres y son contratistas, así que uno agarra un chivito de aquí y allá. Yo nunca he cogido ayuda de cupones ni nada, yo siempre me las he buscado, siempre aparecía algo”, comentó.

En estos momentos la situación en la que se encuentra José no le permite tener un trabajo estable porque es el único que está pendiente de su niña. Desde llevarla a la escuela hasta cubrir las tareas del hogar. “No cuento con llamar a la mamá para que la vaya a buscar. Soy como una ama de casa, tengo que bañarla, peinarla, cocinarle, lavar, limpiar la casa, pero como uno es hombre eso no lo ven como algo común”, sostuvo.

Pese a que finalmente cuenta con un techo, obtenerlo fue cuesta arriba por todos los trámites que tuvo que realizar. Además de que a pesar de encargarse de su hija desde siempre, no cuenta con una custodia legal pues solo la obtuvo por acuerdo verbal con la mamá de esta.

No obstante confesó que espera que su estadía en el apartamento sea corta pues conoce muy de cerca la vida en el residencial. “Yo no quiero estar aquí, yo quiero volver a levantar mi casa. Yo salí de un caserío, yo viví en Alturas de Cupey por 20 años, yo sé cómo es esta vida. Yo compré mi casa viviendo aquí y la saqué de aquí para eso mismo”, dijo mientras aseguró que aunque “pobre y humilde no hay nada mejor que tener su ranchito en el que nadie molesta”.

Añadió que: “No es que esta vida (de residencial) sea mala, pero tienes que aguantar muchas cosas. Por lo menos allí era más familiar, cada cual tiene su casa. Yo vivía mi vida tranquila por allá, no tenía problemas con ninguno de mis vecinos”.

A pesar de haberlo perdido todo José está más que agradecido por su vida y la de su hija, pues está consciente de que lo material se puede sustituir pero las pérdidas humanas no.

De poco a poco, este padre ha comprado algunas cosas pero aún presenta varias necesidades, entre ellas: estufa, juego de cuarto, lavadora, ayuda económica, juguetes, ropa para la niña tamaño 8-10 en blusa y pantalón y zapatos tamaño 2. Para él camisas médium, pantalones tamaño 34×32 y materiales de construcción para reconstruir su hogar.

(Para cooperar llame a Cáritas de Puerto Rico al 787-300-4953 o envíe su donativo a: P.O. Box 8812, San Juan, Puerto Rico, 00910-0812).

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