A partir del  9 de junio recibimos la Cruz peregrina  en la Isla Municipio de Vieques. Antes estuvo en la parroquia Santísimo Redentor de Fajardo. Desde entonces  ha estado peregrinando en nuestras calles desde ese mismo día: en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo hasta la Novena y la celebración de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio Puerto Real, donde está ubicada nuestra Capilla del Sagrado Corazón de Jesús.

La Cruz, madero hermoso en donde murió nuestro Señor, es expresión de la redención y del triunfo de Jesucristo sobre el mal. Su peregrinación en nuestra tierra es una llamada dirigida a nosotros los católicos practicantes para recordarnos que, por medio de nuestro bautismo, participamos en la misión salvadora de Jesús, estamos llamados a ser “discípulos misioneros”.

Hace 10 años, desde Aparecida en Brasil, la Iglesia nos llamó a preocuparnos por las ovejas descarriadas y a ocuparnos por nuestra conversión y por la Misión. Esta Cruz peregrina se eleva ante nosotros como faro luminoso que nos congrega a su alrededor para entonar himnos de gloria al único Dios verdadero. Al recibir la Cruz Peregrina en nuestra “Isla Nena”, elevamos nuestra mirada hacia ella como al altar donde se operó el asombroso misterio de nuestra redención que nos libera de la culpa original, convirtiéndonos en hijos del Eterno Padre y nos permite aspirar a la vida eterna.

En realidad, Aparecida quiso iniciar una nueva etapa pastoral, ante las circunstancias históricas presentes de descristianización marcada en el continente antiguamente católico. Así pues, los congresistas de la V Conferencia del CELAM llamaron a todos los pastores a asumir  “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”. Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la trasmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.

De otro lado, cabe recordar que hace  2 años, en la celebración nacional de la fiesta de María, Madre de la Divina Providencia, en la diócesis de Mayagüez, los Obispos dieron inicio oficialmente a la Misión Continental en Puerto Rico. El 19 de noviembre del año pasado, en la Fiesta Nacional de la patrona del país, celebrada en la Diócesis de Fajardo- Humacao, cada una de las seis diócesis del país recibió una réplica de la Cruz Misionera con el fin de unirse a la preparación del próximo congreso misionero de América a celebrarse en Bolivia para el año 2018.

¿Dónde estamos en esta misión después de 10 años de Aparecida? En la Teología pastoral, hay una fórmula bien conocida que dice así: “El catecumenado es la medida de la misión”. Lo que significa, si estamos en estado de misión de verdad, la cantidad de adultos que piden la iniciación cristiana es uno de los signos de que la misión está dando frutos. Si todavía en nuestras parroquias no hay muchos adultos pidiendo los sacramentos de iniciación cristiana, las familias no se preocupan en bautizar a los recién nacidos, no hay mucho ardor para la catequesis de los niños, la participación en las celebraciones dominicales sigue igual o, peor aún, va de caída, son unos signos que nos dicen que tenemos que orar mucho por la misión y trabajarla más insistentemente y de manera más seria.

Por lo que he vivido y trabajado en Europa, especialmente en Francia, el tema de la misión o de la Nueva Evangelización, hoy día, es un tema complejo. Tan complejo que hace bastante tiempo se ha convertido en tema de estudios y debates universitarios. Además de trabajar las problemáticas sociales que debe enfrentar la Nueva Evangelización, actualmente se mantiene un pertinente diálogo permanente y constante entre filósofos, investigadores en las ciencias sociales, la teología pastoral y los pastores de la Iglesia. Se acostumbran a escucharse y a dialogar. Se trata de comprender mejor las problemáticas sociales que debe enfrentar la Nueva Evangelización para poder trabajarlos desde adentro y también ajustar la pedagogía de la trasmisión de la fe, según las circunstancias sociales concretas. Además, a nivel nacional y diocesano, debemos de tener equipos formados de especialistas y personas con experiencia en la práctica, como motor que piensa, organiza, empuja y evalúa  la acción pastoral. Obviamente la oración, una verdadera espiritualidad misionera porque toda misión empieza de rodillas. En la sociedad de hoy, la velocidad con que van las informaciones es el metrónomo que mide el ritmo de los cambios sociales. Las instituciones tradicionales como la familia, la escuela, la Iglesia tienen dificultad para seguir tal velocidad de cambio. Este diálogo multipartidista, arriba mencionado, una organización nacional efectiva y eficiente de la catequesis y de la catecúmena, de la liturgia y de las demás acciones pastorales, son claves para un verdadero renacimiento de la fe. Ya que la Iglesia salió de la lógica de quien tiene poder o amistad, sabe todo y puede todo.

Así pues, el signo de la Peregrinación de la Cruz y de las acciones pastorales espontáneas sin una restructuración completa de la pastoral a nivel nacional y diocesano, parte de lo que Aparecida llama una verdadera “conversión pastoral”,  corre el riesgo de que la misión quede en un simple discurso y que siga la hemorragia de la descristianización y del alejamiento. Entonces, sería hacer vano, el sacrificio redentor de la Cruz.

(Padre Jean Augustal Jean Julien | Para El Visitante)

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