Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús”, Santa Teresita del Niño Jesús.

Los cristianos saben que el poder de la oración es enorme, por eso en momentos de tribulación muchos recurren a la oración para pedir un favor particular. Sin embargo aunque es de todos conocido que Dios siempre escucha a sus hijos, el párroco de la Parroquia Santa María de los Ángeles en San Juan, Padre Miguel Trinidad enfatizó que la oración no debe limitarse solo a pedir.

“Más que simplemente pedir, orar es entrar en comunicación con Dios, a quien uno le habla y Él también nos habla a nosotros. Incursionar en el arte de la oración implica no solo presentarle al Señor mis necesidades sino dejar que el Señor me hable. Hay que aprender a escuchar la voz de Dios y ese idioma de Dios se comprende a través de la oración”, expresó.

Asimismo destacó que la oración es un arte que se va desarrollando con la práctica, que por un lado es sencillo y por el otro complejo. “Sencillo porque se trata de estar en comunicación con Dios y complejo porque es comunicarse con Dios y eso implica disciplina, esfuerzo, atención, práctica, sacar tiempo y un espacio para estar a solas con el Señor”, detalló.

Sobre las formas de orar, P. Miguel señaló que hay muchas y que cada persona es libre de seleccionar la que más le guste. Mencionó que algunos prefieren orar con una vela encendida, otros utilizando una estampita, meditando la Palabra de Dios a través de alguna lectura bíblica o leyendo pausadamente un salmo, pero independientemente de la que escoja hay algunos elementos esenciales.

“Antes de comenzar a orar hay que ponerse en presencia de Dios. Reconocer que Dios está con nosotros en todo momento. Tenemos que contemplar su presencia. Se debe seleccionar un lugar para orar que puede ser en la propia casa, lo importante es que sea un espacio que nos ayude a establecer esa conexión con Dios. También puede ir a una capilla o iglesia. Debe escoger una hora para hacer su oración, unos prefieren en la mañana o por la noche. Es vital separar ese tiempo para crear esa disciplina especialmente si uno no está habituado a la oración”, explicó.

Del mismo modo, reiteró que en lo que se adquiere el hábito de orar puede utilizar oraciones conocidas como la que invoca la presencia del Espíritu Santo o alguna de las que se encuentran en los devocionarios que también le pueden ayudar. “Hacer la señal de la cruz nos ayuda a reconocer que Dios está presente en todo momento. La idea es que reconozcamos esa presencia y nos abramos a ella”, aseguró.

Relacionado a cuánto tiempo debe dedicársele a la oración el clérigo sugirió: “10, 15, 20 minutos, 1 hora si se puede dependiendo de la vocación y el estado de cada uno. Considerando que sacamos mucho tiempo para hacer otras cosas que no son tan edificantes, pero que nos entretienen como ver televisión, y disfrutar de pasatiempos”.

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