La ordenación de un nuevo sacerdote para la Iglesia es siempre motivo de alegría y esperanza. Así lo vivió la Diócesis de Arecibo el pasado sábado, 1 de mayo, a las 10:00 a.m. cuando tuvo lugar en la Catedral San Felipe Apóstol la ordenación presbiteral de P. Edgardo Javier Avilés Rosa, por imposición de manos del Obispo de esta diócesis, S.E.R. Mons. Daniel Fernández.
El nuevo sacerdote, más conocido y nombrado como P. Javier, es el menor de tres hermanos varones, nacido en el seno de una familia católica, natural del pueblo de Aguada y tiene 30 años de edad, cumplidos el mismo día de su ordenación sacerdotal.
Gran parte del clero le acompañó en este acontecimiento, así como familiares, amigos y feligreses de la Parroquia San José de Lares donde ejerció el ministerio diaconal este último año.
La Liturgia de la Palabra tuvo un matiz familiar y un dejo de ternura, ya que en ella participaron los dos hermanos y la cuñada de P. Javier, y cada uno subió al altar acompañado de uno de sus tres sobrinos. Después, P. Javier cantó el último Evangelio que proclamó siendo todavía diácono.
Durante la homilía, el Obispo destacó, entre otros aspectos, la figura de San José, cuya fiesta se celebra también el 1 de mayo, junto con la apertura del mes dedicado a la Virgen María.
“Al igual que San José participó en el misterio de la Encarnación como ninguna otra persona, así también tú participarás como nunca, hasta ahora, en el misterio de la transubstanciación por el que el mismo Jesús se hace presente sobre el altar. […] Así como José, como María, fue testigo privilegiado de la venida del Hijo de Dios al mundo, así tú serás en cada Misa, cada día, testigo privilegiado de la venida de Jesús sobre el altar”, dijo Mons. Daniel, y más adelante añadió: “Pedimos hoy para ti, por intercesión de San José, que la única recompensa que busques en todo lo que hagas como sacerdote sea estar con Jesús’.
A la homilía siguió el rito de ordenación que incluye las promesas del candidato, el canto de las letanías, la oración consecratoria y la imposición de manos, y la vestición con los ornamentos sacerdotales. P. Javier fue revestido con una casulla que lucía el Sagrado Corazón de Jesús, el Inmaculado Corazón de María y el Corazón Castísimo de José.
Luego, el Obispo ungió las manos del sacerdote con el santo crisma y las ató con la cinta que luego quitaron sus padres, Edgardo y Marisol. P. Javier recibió el cáliz y la patena, seguido del abrazo del Obispo y el de su familia.
Antes de la bendición final, el neo presbítero, entre lágrimas y sonrisas, se dirigió a todos los presentes y a los que seguían la transmisión en vivo por los medio digitales para expresar su agradecimiento a las personas que le han acompañado a lo largo de su camino vocacional. Asimismo dijo: “Si hoy quiero celebrar algo es el triunfo del amor del Señor, ese amor que me ha elegido […]. Si hoy estoy aquí es porque Dios siempre puede más”. Y, con sencillez, pidió a sus hermanos en el ministerio sacerdotal: “Ayúdenme a caminar”.
Finalmente, en un gesto filial, para renovar su consagración a la Virgen y encomendar a ella su sacerdocio, hizo una ofrenda de flores delante de la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de la Diócesis.
Vanessa Rolón Nieves
Para El Visitante