A dos años del centenario de las apariciones de la Sma. Virgen María en Fátima, apariciones que tuvieron lugar del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917, nos hemos reunido para honrar a María, Madre nuestra, madre de la esperanza y del consuelo, y recordar y revivir el mensaje que Ella trasmitió a Jacinta, Francisco y Lucía, mensaje en el que la Sma. Virgen pidió a los tres niños que hiciesen oración y penitencia, para alcanzar la paz y el fin de la guerra.
Desde la primera aparición, el 13 de mayo de 1917, la Sma. Virgen les invita a acudir a la cita durante seis meses consecutivos, el mismo día, el 13 de cada mes, y a la misma hora. Y desde la primera aparición la Sma. Virgen les pide que reciten el Rosario todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra.
Salvo en el mes de agosto, que se dio el 19, pues los niños no acudieron el día 13, debido a que el alcalde los retuvo y no pudieron asistir, cada 13 de mes, fiel a la cita, tuvieron el encuentro con la Sma. Virgen, y cada vez les pedía que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores.
El 13 de octubre, el último de los seis meses que la Sma. Virgen les había invitado a venir, tuvo lugar el famoso milagro del sol, visto por todos los presentes, que vieron girar al sol vertiginosamente sobre sí mismo y proyectar haces de luz de todos los colores y en todas direcciones.
Las hermanas de Fátima me han invitado a conmemorar precisamente esta última aparición, ocurrida el 13 del mes de octubre.
No es mi propósito detenerme a narrar todos los detalles de cada una de las apariciones, ni la historia de los tres videntes, Jacinta, Francisco y Lucía, ni las pruebas a que fueron sometidos por las autoridades tanto civiles como eclesiásticas, ni otras circunstancias que acompañaron.
Me llama la atención y la repetiré una vez más, la petición e invitación que la Sma. Virgen hizo a los tres niños de que orasen e hiciesen penitencia, con el propósito de obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, y también la conversión de los pecadores.
La Sma. Virgen hizo saber a los niños que era necesario que orasen e hiciesen penitencia para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, hace casi cien años, en el 1917.
Puedo asegurarles que el mensaje de la Sma. Virgen no ha perdido actualidad, y que lo que era válido para el tiempo de la Primera Guerra Mundial, sigue siendo válido, para la Tercera Guerra Mundial que estamos sufriendo, en etapas, como dijera en su visita a los Estados Unidos el Papa Francisco.
Definitivamente, se necesita oración y penitencia. Cuando llega la Cuaresma, la Iglesia nos invita al ejercicio de la oración, del ayuno y la limosna. Y yo siempre he dicho que a pesar de que estamos en la era espacial y de la técnica, ni las conquistas espaciales, ni la técnica pueden sustituir a la oración, al ayuno y a la limosna, como medios de alcanzar la paz y la remisión de nuestros pecados.
Estamos en la era espacial y de la técnica, pero las guerras y el terrorismo continúan: Siria, Afganistán, Irak, Turquía, Egipto, son una muestra. Y no sólo las guerras y el terrorismo. Hay necesidad de orar y hacer penitencia por tantas necesidades: En este momento, en el que la Iglesia está reunida en el Sínodo de la Familia, la Iglesia nos pide oración y penitencia, para que el Espíritu Santo ilumine al Papa y a los Padres sinodales a encontrar la respuesta a los complejos problemas por los que atraviesa la familia en el mundo, y dentro del mundo cristiano.
Es un hecho que en el mundo en el que estamos viviendo, continúa el desmoronamiento de la familia, por obra y gracia de gobiernos, sin norte. Y Puerto Rico no es la excepción. La última gran noticia, bajo la excusa de la perspectiva de género, es que se permite a los estudiantes de las escuelas públicas vestir según su identidad de género. Me imagino que el uso de los baños será también según la vestimenta, no según la naturaleza. En nombre de una educación confusa y confundida, y unos principios sin fundamento ético, se permite que los padres decidan el uniforme que sus hijos deben llevar. Porque el género, por si no lo sabían, lo escoge uno, no viene dado por la naturaleza, no viene dado por Dios, sino que cada uno lo escoge de acuerdo a su tendencia. De ahora en adelante, los padres ya no sabrán si el que ha nacido es niño o niña, eso dependerá de lo que el nacido o la nacida decidan, de acuerdo a sus tendencias, más adelante. Y cada uno puede vestir como le venga en gana. Como si el vestido fuera el que define el género. Cuán bajo hemos caído. Esto es peor que una bomba. Pero ¿qué podemos hacer? Orar y hacer penitencia es el mensaje de paz y de esperanza que nos llega de Fátima. Oración y penitencia era lo que les pedía Jesús a sus discípulos para vencer la tentación. Dos mil años más tarde, estoy convencido que no hay otro camino. Fátima nos trae un mensaje de actualidad y de salvación. Todos queremos la paz, todos anhelamos la paz. La Sma. Virgen les indicó a aquellos tres pastorcillos el modo de alcanzarla: les pidió oración y penitencia.
El Papa San Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, el Rosario de la Virgen María, propone rezar el rosario por la paz y por la institución familiar. El rosario como medio para conseguir la paz, que tanto necesita el mundo, y para salvar a la familia cristiana. La familia en la que el niño nace niño, y la niña nace niña, de acuerdo a lo que la naturaleza les ha dotado.
Las apariciones de Fátima tienen un propósito muy concreto: traer una inyección renovadora de espíritu a una sociedad contaminada de racionalismo, materialismo, hedonismo, y dominada por el relativismo. Yo diría a una sociedad que se está alejando de Dios y que está perdiendo el norte.
Fátima es la mejor respuesta y propuesta que el mundo puede esperar para encontrar la paz y la misericordia de Dios; pero necesita de ti y de mí para que la paz que todos soñamos sea una hermosa realidad, y usemos el arma que se nos confiado: el rezo del santo Rosario.
Hola, muy interesante el articulo, muchas gracias, lo visitare de nuevo, ya que me gusto mucho su blog, besos.