Qué cobertura tan gran tiene la misericordia de Jesús. ¿Lo habían pensado? Aún negándonos a nosotros mismos para seguirlo, obedecerlo y ofrecer nuestra vida por Él, su misericordia nos cubre y nos sella. Volvernos pequeños delante de Jesús es el mayor acto de amor y humillación ante Su gran majestad. La práctica de negarnos ante nosotros mismos es como fiarse de nuestro Padre en todos los aspectos dejando que Él tome control del curso de nuestra vida y entorno. Tengan por seguro, que Él siempre sabe cuál ruta es la mejor para cada uno de nosotros (as) y podamos transitar en su divina misericordia y voluntad.
¿Pero cómo negarme a mí mismo, si todos los días trato de dar lo mejor y entiendo que estoy haciendo lo que Él me pide? ¿Será que tengo que hacer un mayor esfuerzo para escuchar más atentamente a Jesús y silenciar mis planes? Le exhorto a que nos hagamos esa pregunta en silencio y meditémosla con mucha calma a través de este artículo reflexivo. Parte de acercarnos a Jesús de la Divina Misericordia es aprender a escuchar en silencio las respuestas que Él tiene para nuestras interrogantes. No dejemos que nuestra limitada capacidad humana ni las distracciones del diario vivir obstaculicen entender cuál es la invitación que nos hace Jesús Divina Misericordia. Los que se niegan a sí mismo para disfrutar de la estela de bendiciones de la Misericordia de Jesús, no le podemos poner condiciones. Por ejemplo: “si me sanas, yo te seguiré”, “si me consigues un empleo, yo te seguiré” o “si me ayudas en mis finanzas, yo te seguiré”. ¡No caigamos en este error! Las condiciones no las ponemos nosotros, las dirige Jesús, cuándo, cómo y dónde Él así no determine; porque Él es capitán de nuestra barca. Jesús nos ama tanto que desea fuertemente que hagamos cambios en pasos de fe para que nuestra vida espiritual mejore significativamente.
Oremos e intentemos con mucha fuerza salir de nuestra pereza espiritual, de nuestra área de comodidad, de no temer atravesar desiertos sin saber lo que ocurrirá. Al pedirlo en oración, ya estamos pidiendo auxilio y misericordia. Estos son ejemplos de cómo podemos transformar estas situaciones de vida cotidianas en espacios de intimidad y consagración con Jesús Divina Misericordia. No hay plegaria que no sea escuchada ni contestada en la oración, ni mucho menos, no hay intervención paternal cuando nuestro Padre sabe que la necesitamos con urgencia. “Hay momentos en la vida cuando el alma encuentra alivio solamente en una profunda plegaria. Ojalá las almas puedan perseverar en la oración en aquellos momentos”, (Diario, 860).
Si queremos acércanos a Jesús, debemos presentarnos humildemente y no dudar del rumbo que nuestro umbral tomará en el camino ya que sin Él no sabemos nada. Por testimonio propio y como adoradora, puedo dar fe que, aunque Jesús cambie nuestros planes humanos, Él se encarga de llenar nuestra agenda con sus planes divinos de justicia, bien, gracia y virtud. Sin embargo, fue un proceso, en donde tuve que negarme a mí misma y humillarme más cerca de Él para escuchar y obedecer hacia donde Él deseaba que yo le sirviera. “En la oración no debemos obligar a Dios que nos dé lo que queremos nosotros, sino que, más bien, debemos someternos a su santa voluntad”, (Diario, 1525).
Negarse a uno mismo no es condescender nuestros deseos y apetitos, es sujetarse al dictamen conforme a la doctrina del Evangelio. El negarnos a nosotros mismos es como firmar un cheque en blanco dirigido a Dios, es como dejarse perder en su Amor como una gotita de agua en el mar. Si creemos que Dios es amor y nos ama por encima de todas las cosas, la conclusión no es complicada: podemos abandonarnos tranquilamente en sus manos y en su misericordia, sabiendo que Él piensa en nosotros, nos cuida y quiere lo mejor para nosotros. El secreto de negarse a sí mismo y dejar que la Misericordia actúe en nosotros; es permitir que Jesús se glorifique en ti y en mí. Cuando nos hacemos pequeños, su Misericordia brilla. ¡Queden con la paz de Santa Faustina de la Divina de Misericordia!
Dra. Maricelly Santiago Ortiz
Directora Devoción Jesús de la Divina Misericordia
Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, Cayey