“No hay pobre que no tenga nada para ofrecer”
La hermana Rita Usai es una misionera italiana, de la Comunidad Misionera de Villaregia que llegó a Puerto Rico proveniente de una familia numerosa y católica residente en Sardinia, Italia, una isla al oeste del país europeo. En entrevista con El Visitante narró un poco de su experiencia como misionera Ad gente (para los pueblos) desde hace 41 años que la destinó hace casi una década a servir en la misión en la Isla del Encanto.
A la edad de 13 años se preguntó seriamente si deseaba continuar siendo católica, lo que desató en ella un “acto rebelde” de querer abandonar la Iglesia y dejar de asistir asiduamente a la Santa Misa y los sacramentos. A sus 17 años realizó un encuentro-retiro juvenil que le movió el pensamiento a analizar la existencia de Dios en su vida y en el mundo. A través del acompañamiento espiritual con una religiosa y su párroco, se le presentó la idea del llamado que Dios le estaba haciendo. Ella respondió: “yo no quiero”. A esto, una amiga le comentó: “si esto es para tu felicidad, Dios te llama. Si no, no te lo pide”. Su deseo era casarse y tener hijos, como muchos jóvenes aspiran en la vida.
A pesar de esto, la pregunta sobre lo que quería hacer en su vida le seguía persiguiendo hasta que un tiempo después de búsqueda comenzó el deseo de ser misionera consagrada al Señor. ¿Qué le motivó? Simple y llanamente “dar a conocer –sobre Dios– al hombre que no lo conoce a un Dios cercano”. Tras nacer en una familia numerosa, siendo par con otra hermana gemela, se sintió “preparada para la vida comunitaria”.
A la interrogante de cuándo ingresó a la Comunidad Misionera de Villaregia, Rita contestó que al mismo tiempo que estudiaba filosofía en la universidad –aproximadamente a principios de la década de 1980– se insertó en la Comunidad de espiritualidad misionera y durante el proceso completó sus estudios de bachillerato. Después de 7 años de vida religiosa en Italia, a los 31 años, salió de misión al exterior del país.
Por su parte, recordó con énfasis su estancia de misión en Perú que duró sólo cinco años “en el periodo del terrorismo” entre 1989 y 1994. Allí aprendió a ver, entender y atender los sufrimientos de los hombres y mujeres, así como transmitir el Evangelio a quien no conoce a Dios y a los pobres.
Con más de cuatro décadas como misionera fuera de su tierra, hoy dice que ha aprendido que “si no tengo una relación con Dios, no puedo ofrecer nada” al mundo. Por eso, insiste que es importante hacer de la vida una oración continua y permanente. Es decir, practicar la oración todos los días, y no tener miedo de “dejar” a Jesús en la oración “para servirle a los hermanos”, porque “es en el hombre y sus carencias donde encontramos a Cristo”.
“La misión es comenzar desde lo más sencillo. Es descubrir cómo amar al hermano. Hay que empezar desde lo más pequeño: una sonrisa, la acogida y atención, los encuentros”, explicó. Culminó diciendo algo muy interesante que propicia el pensamiento crítico: “No hay pobre que no tenga nada para ofrecer ni rico que no tenga necesidad de recibir algo”.
Cabe destacar que la hermana Rita Usai es parte del comité ejecutivo del Sexto Congreso Americano Misionero (CAM6) Puerto Rico 2024 como Coordinadora de la Comisión de Animación Misionera hasta cuando se lleve a cabo el encuentro pautado para el mes de noviembre del próximo año en Ponce que reunirá a misioneros y delegados de América y el Caribe. Este encuentro busca “un nuevo ardor misionero en la Iglesia” de la región y el mundo entero.
¿Qué es la Comunidad Misionera de Villaregia?
“La Comunidad Misionera de Villaregia es una comunidad católica formada por laicos y consagrados, sacerdotes y matrimonios” de diferentes nacionalidades y culturas. “Nos une la misma espiritualidad y la misma misión: ser una comunidad para la misión ad gentes”, es decir “para los pueblos”. Dicha comunidad fue fundada en Italia en 1981 y erigida el 26 de mayo de 2002 por el Consejo Pontificio para los Laicos como “asociación pública internacional de fieles de derecho pontificio”, compartió a este medio la misionera.
Su misión es “llevar, como comunidad, el anuncio del Evangelio hasta los confines de la Tierra, especialmente entre los pueblos y contextos socioculturales en los que no se conoce a Cristo y su Evangelio”. Como entidad religiosa misionera, dirige su atención “a los destinatarios privilegiados del Reino: los pobres, los débiles, los marginados, las víctimas de la injusticia y la opresión”.
Asimismo, viven una “espiritualidad trinitaria” que se expresa a través de la vida de comunión fraterna, la misión ad gentes (para los pueblos) y la confianza filial en el amor providente de Dios. Los mueve “una gran pasión por Dios y por la humanidad”. De esta forma da testimonio de la alegría del Evangelio a cada persona. Confían plenamente en la Providencia Divina, acogiendo todo como un don y comprometiéndose a ser “canales de amor para los demás”.
Jorge L. Rodríguez Guzmán
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