La mies es mucha y variados los campos en que hace falta regar la semilla. Si con el Bautismo los cristianos han sido marcados con la cruz de Cristo, hay una misión que les urge: ¡toca sembrar! Pero es trabajo de cada uno descubrir dónde y cómo, en atención a los deseos que Dios va inspirando en el corazón.

Lourdes García Martorell, desde temprana edad, fue identificando en ella un gusto especial en trabajar con y por los jóvenes, así como en atender las necesidades del prójimo. De modo que, podría decirse que su misión es ayudar a que los jóvenes descubran su ser misionero y lo pongan en práctica.

García Martorell tiene 60 años, es madre de tres hijos, es de San Juan y brinda su servicio como asesora del Equipo Misionero de Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis. “Siempre me atrajo ayudar a los jóvenes y siempre me ha gustado servir”, expresó en entrevista con El Visitante. En su caso, reconoce la importancia y la influencia de su familia en su interés por la misión. Gracias al testimonio de fe de sus padres y la labor misionera de una de sus hermanas, tiene claro que quiere dedicar su vida a esta misión particular, al punto que, hoy por hoy: “no me imagino sin esto”, aseguró.

Lourdes es fiel creyente de que “todo ser humano debería tener, al menos, una experiencia de misión” y, aunque ha tenido la oportunidad de hacer misión dentro y fuera de Puerto Rico, particularmente en República Dominicana y Guatemala, reconoce la necesidad de atender y dar respuesta a la realidad de la Isla. Lejos de querer renunciar cuando llegan las dificultades, permanece firme en lo que ha elegido, según expresó, “por amor a Dios y a la misión”.

Asimismo, da testimonio de que el ejercicio de salir de sí misma en la misión “me ha ayudado a crecer en la fe, a ver la vida de forma distinta, a vivir mi relación con Dios de otra manera, ayudada también por otros medios como ha sido vivir la experiencia de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola”. Lourdes contó que, entre todas las vivencias que ha tenido, atesora “ver que hay gente tan feliz con poco” y que hay personas, incluso mayores, que no escatiman en esfuerzos por cuidar a otros. 

En cuanto al acompañamiento que realiza con los jóvenes, destacó que: “los jóvenes me dan alegría, me gusta acompañarlos, acogerlos, comprenderlos, guiarlos” y que, juntamente con los desafíos que implica su misión, es “una gran alegría verlos crecer, ver la obra de Dios en ellos”, sobre todo “cuando van perdiendo el miedo” de anunciar la Palabra de Dios.

Los equipos misioneros de pastoral juvenil se preparan cada año con talleres de formación y, durante los meses de verano, van a realizar labor misionera en distintas parroquias, atendiendo la necesidad de cada comunidad y poniéndose a la disposición de los sacerdotes y los fieles del lugar.

Vanessa Rolón Nieves

Para El Visitante

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