Un sábado por la mañana, Ana González salió junto a su esposo Luis Suárez, hacia la capilla de la casa parroquial en Aguada para buscar las hostias consagradas que llevaría a los enfermos como parte de su misión como Ministro Extraordinario de la Comunión que ejerce hace más de 20 años.
Al llegar a la primera vivienda, le esperaban Inocencio Vargas y su esposa Engracia Lorenzo, un matrimonio de 75 y 74 años de edad, respectivamente. Con suma amabilidad Engracia los recibió y de inmediato, Ana preparó una mesa e inició las oraciones para dar el Cuerpo de Cristo.
A preguntas de El Visitante, Inocencio compartió que, tras dedicar más de 40 años de su vida a trabajar como chofer de carro público, ya no puede conducir, tiene diabetes y hace 5 años recibe diálisis por cuatro horas, tres días a la semana. Mientras que su esposa tiene una malla en una vena a causa del colesterol alto, padece de tiroides y migraña.
Sin embargo, sobre su sentir cada vez que recibe el Cuerpo de Cristo, Engracia expresó que: “Hace como 3 años que recibimos la Comunión en la casa y cada vez que vienen me siento más alegre, más tranquila”. Asimismo, Inocencio dijo sentirse “mejor, más fortalecido, más completo, y sobre todo más cerca de Dios”.
De allí, Ana y Luis pasaron a la residencia de Andrés Méndez, de 71 años, quien enviudó el año pasado, tiene varias condiciones de salud y hace un año se encuentra en silla de ruedas, al perder su pierna derecha por una bacteria que se alojó en el hueso, durante su estadía en el hospital.
A pesar de las dificultades que enfrenta día a día, Andrés enfatizó que al recibir la Comunión en su hogar se siente feliz porque es “la mejor medicina que hay para levantarte de donde estás.
Para mí significa mucho. Estar así no es fácil y si no creyera en el Señor, no estuviera aquí”. Así mismo, describió que un Ministro Extraordinario de la Comunión “es un siervo de Dios”.
Por su parte, para Ana su misión es una gran responsabilidad y un privilegio. “Esto es algo que exige sacrificio, y como Ministro, uno procura dar buen ejemplo en todo lugar”, expresó.
También sostuvo que más allá de dar un servicio, comparte de su tiempo con los enfermos por lo que “ver que muchos se sienten bien contentos y agradecidos por poder recibir al Señor en su propio hogar, en momentos en los que de otro modo no podrían, hace que uno sienta una satisfacción bien grande”.
“Para mí es un apostolado, y por eso a mis 85 años no lo he dejado, porque entiendo que como cristiana, estoy cumpliendo parte de mi responsabilidad. A la vez que sé cuánto consuela, anima y reconforta al enfermo recibir el Cuerpo de Cristo. Creo que es un ministerio bien importante para ellos, porque de otra forma no tendrían la oportunidad de recibirlo”, precisó. ■
Nilmarie Goyco Suárez
Twitter: @NilmarieGoycoEV
n.goyco@elvisitantepr.com
Buenos Dias. Les estoy muy agradecida dpor parte mia. Y mas por mi papa’ Salvador Vargas,hermano de Inocensio,pues al leerle este’ articulo,no pudo ocultar su emocion,sabiendo que apesar de la condicion de salud de su hermano y cunada,tienen la alegria de recibir ,el cuerpo de Nuestro Senor Jesucristo,en su propio hogar,al igual qu muchas otras personas.
Le agradecemos, que Ese Padre Celestial los siga Bendiciendo,por todos los medios para q puedan continuar su Mision.
GRACIAS