La persecución religiosa que se vive en Medio Oriente y el fenómeno de la migración que impacta a Latinoamérica son dos de los temas con mayor importancia en la agenda del Papa Francisco. Así lo dejó claro el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, miembro del Consejo de Cardenales que asesoran al Santo Padre en el gobierno y reforma de la estructura de la Iglesia y Arzobispo Metropolitano de Tegucigalpa, Honduras.

Rostro sufriente del migrante

Para explicar el fenómeno de la migración aludió a aquellos migrantes peregrinos que llegaron a Norteamérica para establecerse a causa de la persecución religiosa. La realidad es que las distintas migraciones son forzadas por catástrofes, guerras y persecuciones. México, Centroamérica, el Caribe, Medio Oriente, Estados Unidos y Europa son solo algunos de los países en que la migración (llegada o salida) es un problema muy serio. “Cuando empiezan los regímenes detrás de la cortina de hierro a perseguir por la fe, muchísimas personas tuvieron que dejar su patria y emigrar por la libertad religiosa. Ahora los nuestros (en Centroamérica y México), la mayoría es por la violencia y el narcotráfico”, indicó.

Comentó que hasta a Brasil, Chile y Argentina llegan los migrantes haitianos a buscar un mejor porvenir. En su experiencia como pasado presidente de Cáritas Internacional tuvo la oportunidad de visitar los campos de refugiados migrantes en Siria, Iraq y Líbano “allí donde no cabe un alfiler”. Criticó el pensamiento popular solapado de que el migrante se las arregle como pueda. “El Papa ha asumido personalmente dirigir la sección de migrantes del Dicasterio para el desarrollo humano integral”, especificó el Cardenal.

Sobre la situación migratoria que involucra la frontera de México y Estados Unidos, sostuvo Rodríguez Maradiaga: “Cada país tiene derecho a formular sus leyes migratorias; pero una cosa es que existan esas leyes y otra es que exista una hostilidad, que exista un rechazo al migrante. No nos olvidemos que el niñito Jesús, la Virgen y San José fueron migrantes”. El Cardenal ha participado en varias Eucaristías en la verja que divide a El Paso (EE.UU.) y ciudad Juárez (México).

Mutilados por La Bestia…

En el caso de los migrantes centroamericanos, expresó que: “Sufrimos con ellos y claro, no les decimos ‘váyanse y vean cómo se las arreglan’. Es muy triste cuando tienen que regresar deportados porque algunos vienen ya mutilados. Así vuelven, peor de lo que se fueron”. Esto último a causa del tren popularmente conocido como La Bestia que recorre México de sur a norte y que al año cobra vidas y deja cicatrices imborrables en miles de migrantes centroamericanos (principalmente salvadoreños, hondureños y guatemaltecos).

Detalló que cuentan con una pastoral de los migrantes que busca explicar a los jóvenes que irse a EE.UU. no es encontrar la tierra prometida. También presionan a los gobiernos para que “no solo se sientan felices porque los migrantes van a enviar remesas que ayudan muchísimo la economía”. Aclaró que la única solución es promover el mayor desarrollo en el país de origen, “no construyendo muros”.

“No hay camino para la paz; la paz te da el camino”

Con estas palabras el Cardenal catequizó sobre el deber de todo cristiano con la paz y este requiere todo el esfuerzo posible. A su vez, subrayó que la labor de la jerarquía eclesiástica es tratar de entablar el diálogo necesario para edificar los cimientos de la paz con el gobierno en conflicto. Pero, es muy importante que “los líderes se decidan por ella”. En ese sentido, opinó que los políticos de los países tienen una responsabilidad ineludible. Prueba de esto es lo acontecido tras la reunión del presidente Xi Jimping de China con el presidente de Corea del Norte Kim Jong Un. Parecía imposible que las Coreas pudieran encontrar una solución al conflicto hasta luego de esa reunión. También criticó el surgimiento de algunos movimientos neo populistas de extrema derecha en varios lugares del mundo que enfatiza un racismo y nacionalismo exacerbado en tiempos donde “se necesita que el mundo se una”.

Sobre el drama de la persecución a cristianos en Medio Oriente indicó que los refugiados necesitan ayuda material “porque están pasando hambre y muchas veces no dejan entrar las ayudas”. En el caso de Siria comentó que el problema es mayor porque las grandes potencias apoyan facciones. “Ese conflicto no va a terminar hasta que las grandes potencias digan ‘ya no más armas’. Los muertos los ponen en Siria, pero las decisiones las toman afuera… Eso es injusto. Es una guerra que lleva 5 años y más de 70 mil muertos. No es con las armas, es con el diálogo. Me preocupa muchísimo que el tratado logrado con Irán ahora se quiera echar para atrás, eso puede desencadenar más violencia y guerra”, indicó.

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