Querido Pueblo de Dios: ¡Cristo, ha Resucitado!

La Pascua es el tiempo que nos convoca a hacer memoria de esa otra presencia discreta y respetuosa, generosa y reconciliadora del Espíritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir presente ante la enorme y urgente tarea que nos espera.

La Pascua es el tiempo propicio de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que solo el Evangelio nos puede proporcionar.

La Pascua es el tiempo en que el Espíritu, que no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas o caducas, nos propone sumarnos a su movimiento capaz de “hacer nuevas todas las cosas”.

La Pascua es el tiempo en que se nos motiva a volver a las tierras que una vez fueron peligrosas y comenzar desde allí, con audacia y creatividad la aventura de anunciar el Reino.

La Pascua es tiempo de fiesta donde se nos invita a escuchar serenamente la voz clara y sonora de Jesús Resucitado, que nos dice: ¡Animo!  “Yo he vencido la muerte”.

La Pascua es ¡Fiesta de la luz!, la Pascua es ¡Victoria de la Cruz! La Pascua es ¡Fiesta Sagrada y Universal!

 

¡Que tu Fiesta no termine!

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