Hay quienes se preguntan: “¿Cómo puede ser María la madre de Dios, si Dios ya existía antes de que ella naciera?”. A continuación El Visitante les ofrece respuestas. Según el diccionario la palabra “madre” se refiere a la mujer que engendra. Es decir, se dice que es madre del que ella engendró. Por lo anterior, si aceptamos que María es madre de Jesús y que Él es Dios, entonces María es Madre de Dios.
Es importante destacar, sin embargo, que no se debe confundir entre el tiempo y la eternidad. Es claro que María no fue madre del Hijo eternamente. Es decir, que no es hasta que el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros que María comienza a ser Madre de Dios. Tal como revela San Pablo en su carta a los Gálatas (Gál 4,4): “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer”. En otras palabras: para hacerse hombre quiso tener madre. Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por tanto María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
Es así que María es Madre de Dios, no porque lo haya engendrado en la eternidad sino porque lo engendró hace 2000 años en la Encarnación. Dios Padre no necesitaba una madre pero la quiso tener para acercarse a nosotros con infinito amor. Él es el único que pudo escoger a su madre y, para turbación de algunos y gozo de otros, escogió a la Santísima Virgen María quién es y será siempre la Madre de Dios.
En el Nuevo Testamento se ejemplifica de forma directa en el pasaje que refiere la visita que realizó la Virgen María a su prima Isabel. En el Evangelio según san Lucas se presenta a Isabel, movida por el Espíritu Santo, nombrando a María como la “Madre de mi Señor” (Lc 1, 39-45). El Señor a quien se refiere no puede ser otro sino Dios.
Por eso, desde los inicios de la Iglesia, la gran verdad de que María es Madre de Dios es parte de la fe de todos los cristianos. Se proclamó como dogma en el año 431 durante el Concilio de Efeso.
De esta manera María, Madre de Dios se convierte en el primer dogma Mariano.
(Fuentes: varias)