La Iglesia Arquidiocesana, en pleno Año de la Misericordia, celebró con alegría la ordenación sacerdotal del P. Jaime Luis Ortiz Cruz, bajo la imposición de manos del Mons. Roberto Octavio González Nieves, ofm, Arzobispo de San Juan, el pasado 4 de abril a las 7 p. m. en la Catedral del Viejo San Juan. Sacerdotes, religiosas y el pueblo participaron de la emotiva ceremonia demostrando así su cariño y júbilo.

Realizada la elección del candidato y las promesas del elegido (interrogatorio), el joven se postró de cuerpo entero frente al altar y la asamblea cantó la letanía de los santos. El aún diácono se arrodilló delante del Arzobispo quién posó sus manos sobre la cabeza del elegido en silencio. Luego de ser revestido propiamente como sacerdote recibió el saludo del Arzobispo y de los sacerdotes presentes.

Padre Jaime, natural de Toa Baja, fue nombrado vicario parroquial para el mismo templo donde fue consagrado sacerdote: la iglesia Catedral San Juan Bautista. Pero, el próximo mes de agosto, viajará a Roma para continuar estudios en filosofía. En su trayectoria, el joven sacerdote cursó sus primeros estudios en Puerto Rico y posteriormente 4 años de estudios en el Seminario Conciliar de Yucatán (México) donde se preparó en filosofía.

Por otro lado, Mons. Iván Huertas, Vicario de las vocaciones y seminarios de la Arquidiócesis de San Juan, explicó que esta ordenación tiene un motivo muy especial en el Jubileo. Sostuvo el vicario que este joven ha mostrado siempre un “corazón misericordioso en su forma de ser, de trabajar, de vivir, y en su trato con su padre enfermo al que lo cuidó hasta el momento de su muerte”. También destacó su ejemplo de superación porque llegó con amor y deseo de superación. Fue entonces que testimonió el amor a la Eucaristía y a la Virgen al seguir su llamado día a día, poco a poco.

Frente al proceso de enfermedad de su papá no se desanimó, más bien fue un testimonio de valentía, terminó su formación y cuidó diariamente a su padre encamado, “nunca lo abandonó”. Aseguró Mons. Huertas: “Yo sé que será un buen sacerdote, con un buen corazón”.

En un aparte con este medio, P. Jaime Luis sostuvo que la noche significa un honor y una llamada del Señor que fijó su mirada en él para desempeñar un servicio tan importante para el Pueblo de Dios. Lleno de honor y humildad reconoció que tiene un don inmerecido, que ha sido un regalo de Dios para la Iglesia. “Y digo a la Iglesia, porque la experiencia que tuvimos -durante la ordenación- fue un desbordamiento de júbilo por parte del Pueblo que reconocía que Dios había cumplido una vez más su promesa de escuchar la oración de su Pueblo que pide obreros para la mies”, destacó el sacerdote.

El neo presbítero no desaprovechó la ocasión para enviar un mensaje a los jóvenes que pudieran plantearse un llamado al ministerio: “Le digo a los jóvenes que dediquen tiempo para cuestionarse a sí mismos ‘¿qué propósito tiene Dios con mi vida?’. Que se la planten seriamente en el silencio de la oración […]. Esta pregunta es el punto de partida. La respuesta a ella solo se logra confiando en Dios, abandonándose en Él y rindiendo nuestra voluntad como cuando María dijo: ‘Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tú dices’”. Este cuestionamiento se acentuará al ver la realidad de los que sufren por la violencia, la crisis económica, la problemática ecológica y la pobreza en las calles.

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