“Donde Dios me ha puesto, allí debo fructificar”. SdD Madre Dominga
Para algunos la vida de un santo es como un cuento que raya en ficción. En el caso de la Sierva de Dios Madre Dominga, se trata de la cruda realidad de los pobres y abandonados. Nació en 1897 en Río Piedras, sufrió el maltrato familiar y vivió en un orfanato por más de un año. Más allá de esa dolorosa huella, la religiosa demostró resiliencia al dedicar su vida al servicio de los pobres y las familias.
Sor Fátima Rivera Aponte, OP, colaboradora del Relator de la Causa de Madre Dominga en Roma, detalló algunas de las virtudes de la fundadora de las Hermanas Dominicas de Fátima y candidata ante la Congregación de la Causa de los Santos a ser elevada a los altares.
Superación desde la adversidad. “En la niñez se pudo sobreponer al maltrato familiar. A los cinco años de edad, la niña Belén comenzó su peregrinar de casa en casa con diferentes parientes ya que su padre enfermó y tuvo que pedir ayuda a la familia. En algunos de esos lugares sufrió maltrato”, revela Sor Fátima. Esto, más allá de marcarla en negativo, la hizo más fuerte y la motivó a ayudar a los abandonados convirtiéndose en ejemplo para estos.
Devoción y oración. Explica Sor Fátima que Madre Dominga cultivó su vida espiritual desde la niñez. Cuando vivió en el orfanato de niñas se las ingeniaba para comulgar y confesar semanalmente, aunque le limitaban el acceso a los sacramentos porque el reglamento solo lo permitía una vez al mes. Como religiosa era una persona de oración constante y profunda. Además, fue una promotora incansable del rezo del Rosario.
Fe en la enfermedad. Fue débil y enfermiza desde niña, tuvo muchas hospitalizaciones, condiciones de salud y a pesar de todo esto “vivió sirviendo con entrega y alegría”.
Amor patrio. “El amor a su patria y el deseo de servir a los suyos la llevó a renunciar a su pasión por la enfermería para estudiar educación y poder regresar a su Isla, ya que su congregación de origen no tenía hospitales en Puerto Rico”, detalló Sor Fátima. Era notable que fomentaba la celebración de fiestas como los Reyes Magos y la tradicional bendición de padres a hijos y que los hijos pidieran esa bendición cotidiana.
Vivió pobre para los pobres. Al fundar la congregación se va a una capilla abandonada y deteriorada en el Cerro de Yauco, lugar de extrema pobreza en esos tiempos. Sor Fátima: “Allí se insertó a vivir pobremente para entre los pobres llegar a los pobres”.
Humildad. “Decía: Dios con tan poco hizo tanto. Siempre se reconoció a sí misma como un instrumento inservible en las manos de Dios. La obra es de Él”, dijo Sor Fátima.
Para obtener más información sobre Madre Dominga puede escribir o llamar al: causamadredominga@gmail.com (787-449-6630).
Enrique I. López López
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