Los políticos, para bien o para mal, ejercen cierta función catártica respecto al pueblo, incluso cuando ya se han retirado.  Y más aún, si salen por la puerta falsa de la corrupción.  En la Poética de Aristóteles la tragedia se describe como purificación emocional, corporal, mental y espiritual.  Podríamos completar la definición aristotélica aplicándola a la comedia humana, que también nos permite limpiar el alma de tantas amarguras contagiosas que nos abruman desde la esfera social, particularmente desde la polis séptica.  Risa y llanto contribuyen a la liberación sicológica ante el sufrimiento y el terror.  Pero la catarsis es insuficiente a la hora de transformar las estructuras injustas y la conducta execrable.

Aníbal Colón Rosado

Para El Visitante

 

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