Un maestro dijo un día a sus alumnos: “Mañana van a traer a la escuela una bolsa de plástico transparente y un saco de papas”. Al día siguiente todos trajeron lo mandado. Este les dijo: “Por cada persona que te niegues a perdonar elige una papa, escribe el nombre de la persona y la fecha de la ofensa y colócala en la bolsa de plástico”. Algunas bolsas eran bien pesadas y estaban bien llenas.
Luego les dijo: “Tienen que llevar la bolsa a todos los sitios que vayan y por la noche la colocan junto a su cama”. La molestia e incomodidad de cargar cada día con la bolsa de papas con sus nombres y fechas les hizo sentir el peso espiritual que llevaban dentro. La condición de las papas con el tiempo empeoró y olían a muerto. Este es el precio que pagamos por almacenar rencores y odios. A veces pensamos que el perdón es un regalo que hacemos a los otros; no, es un regalo que nos hacemos a nosotros.
Hoy Jesús nos dice: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que les maldicen, oren por los que los maltratan…”. ¿Quién es mi enemigo?
Jesús nos lo dice: “El que me odia, el que me maltrata, el que me maldice, el que no me habla, el que escupe cuando pasa a mi lado…”. Hoy, te invito, vamos a poner nombre a nuestros enemigos. Los enemigos los tenemos siempre cerca de nosotros. Están con nosotros, tienen nombre y apellidos familiares. No tienes la bolsa de plástico y las papas para escribir el nombre, pero yo sé que es un gran peso llevar en el corazón el peso de los enemigos. ¿Puedo perdonar y amar al padre que me abandonó? ¿A ese jefe que me insulta y explota? ¿A ese hermano que se quedó con lo mío?¿Puedo perdonar? No, nunca.
El amor no es un sentimiento dulce, ni un éxtasis. “Amar a los enemigos, hacer el bien a los que me odian…” no es posible, no está escrito en los genes. Esto solo está escrito en el Libro de Jesús, esto solo lo hace Jesús y los que tienen el espíritu de Jesús. Esto solo se aprende mirando al crucificado.
Dios perdona, ama siempre y las lágrimas de Dios en la cruz son las lágrimas por ti y por mí cuando nos negamos a amar. El amor no es un sentimiento dulce, no es calor ni vibración, no es éxtasis ni fuego loco, ese es siempre el amor imposible. El amor es actuar, es voluntad, es decisión, es elección. Y aunque sentir amor sea imposible, elegir el amor siempre es posible para los que aman a Dios. ¿Te animas?