En los pasados días se ha revuelto el avispero con la aprobación de una comisión senatorial de un proyecto que pretende defender la vida del no nacido. Los medios de comunicación secular se han volcado en artículos que expresan una claro repudio a la vida del ser más indefenso y en los que abundan ataques de todo tipo a cualquiera que esté a favor la vida. Ello es reflejo de una sentencia que pronunció un prestigioso intelectual europeo recientemente ante la deriva ideológica de muchos gobiernos: son peores los ignorantes que los malvados. El intelectual utilizó otro epíteto, que por deferencia prefiero cambiar a ignorantes.

Quienes defienden a ultranza la nefasta sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1973 obvian hechos  históricos como el que ese mismo Tribunal dictaminó en siglos pasados que los negros no eran personas humanas. Claramente toda sentencia es revisable conformándose a los avances que se realizan en el campo científico y en la comprensión de los procesos vitales.  Igualmente que los principales protagonistas del proceso que llevó a tal sentencia luego declararon que fueron manipuladas las estadísticas con las que argumentaron en favor del supuesto ´´derecho´´. Tanto Nancy, que utilizó un seudónimo, como el Dr. Nathalson se hicieron posteriormente férreos defensores de la vida y lucharon contra esa sentencia.

Pierden el tiempo  oponiéndose a un intento que probablemente no llegará a plasmarse en ley. Es conocido que hay intereses poderosos tras la industria del aborto y muchos legisladores no destacan ni por su valentía ni por formación certera en el campo de la bioética.  Deberían atender el panorama trágico que supone el invierno demográfico en el que vamos sucumbiendo. Claramente la promoción del crimen abominable del aborto es una de las causas.

El avance de la ciencia en el campo de la genética señala inequívocamente que el ADN del cigoto resultante de una cópula entre varón y mujer tiene las características propias de un ser humano distinto al de la madre gestante. Ya no es su cuerpo, es distinto. Ese ser humano será el mismo, sea a horas  de concebido, que cuando posea muchos años de vida. Quien le arrebata la vida a un ser humano en  cualesquiera de las etapas de su desarrollo es un homicida. ¿Acaso el fruto de una cópula es una nevera o un artefacto útil? Es reflejo de una cultura de muerte que hoy se dé mejor trato a los seres irracionales y se criminalice a quienes maltratan un animal que a quienes arrebatan la vida del ser más indefenso. 

Muchos piases hoy aprueban leyes que criminalizan la lucha por la vida. Tales naciones son víctimas de una criminalidad creciente y de graves problemas sociales. Ya en su tiempo sentenció la hoy Santa Teresa de Calcuta que el mayor y peor crimen es el aborto. ¿Cómo desarrollar una sociedad equilibrada y armoniosa cuando se atenta contra el ser más débil e indefenso? 

La lucha por la vida y la defensa del ser más vulnerable, inocente y débil no es una cuestión ni un issue religioso como algunos afirman. El valor fundante y supremo de la dignidad de toda persona humana es su derecho a vivir. La vida comienza con la fecundación, soy el mismo hoy que lo que fui al ser concebido. Matarme hoy o matarme en el vientre es el mismo acto repudiable y homicida.

P. Edgardo Acosta Ocasio

Para El Visitante

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