Nuestro querido y bien recordado San Juan Pablo II nos expresó que la vida es un don y la muerte es un acontecimiento natural. Hoy día somos testigos de los avances continuos en el campo de la Tecnología Médica. Este acontecimiento trae consigo nuevos problemas éticos referentes al final de la vida humana. No podemos negar que gracias al desarrollo de la Tecnología Médica el ser humano ha llegado a prolongar la expectativa de vida.
La prolongación de la expectativa de vida trae consigo las siguientes situaciones: más personas llegan a la vejez, surgen las enfermedades propias del envejecimiento, enfermedades degenerativas del sistema nervioso, soledad, depresión, pérdida de independencia, etc. También podemos identificar dos consecuencias fundamentales que acompañan la prolongación de las espectativas de vida:
1. Cierta esperanza de inmortalidad temporal, se piensa en que la medicina cure todas las enfermedades y prolongue indefinidamente la vida. Parecería que la muerte es un error médico. No obstante, la muerte es un hecho natural.
2. Algunas personas comienzan a preferir la muerte.
Esta es la razón por la que en algunas naciones, como es el caso de Holanda, se ha legislado para incluir en el ámbito de lo legal la eutanasia. Sabemos desde nuestra fe cristiana la inmoralidad que trae consigo esta legislación, la vida humana es un don preciado de Dios y es Él en su infinita sabiduría y amor como Creador quien dispone de su creatura, la persona humana. Cada ser humano es imagen de Dios y está participando de una familia y de una sociedad. Atentar contra la vida humana es ir contra la misma persona humana, la familia y la sociedad. El término eutanasia es impresiso por lo que debemos recurrir a un vocabulario con mayor precisión y que facilite la comprensión del problema. A continuación, incluimos palabras que describen mucho mejor la realidad del tema de la eutanasia:
Distanasia: Dis significa mal hecho, se refiere a las situaciones en las que se somete al paciente a intervenciones médicas desproporcionadas que solo consiguen prolongar el proceso de muerte.
Lo que San Juan Pablo II llamó el ensañamiento terapéutico.
Cacotanasia: kako significa malo, se refiere a la aplicación de la muerte a un enfermo que no la ha pedido. Se realiza una acción o una omisión del cuidado ordinario con el fin de provocar la muerte de un paciente.
Ortotanasia: Orthos significa correcto, se refiere a la muerte correcta, a su tiempo, sin procurarla activamente, la muerte natural.
La moral católica reconoce que prolongar el proceso de la agonía de muerte es inmoral, a lo que se refiere como ensañamiento terapéutico en Evangelium Vitae San Juan Pablo II. Por un lado, la vida es un don que debemos proteger y cuidar y, por otro lado, la muerte es un acontecimiento natural que debemos aceptar y que es parte de la humana fragilidad. Hay situaciones en que la muerte es inminente y se debe preparar a la persona para asumir con paz y dignidad tan importante momento de la vida humana. Entonces surge la interrogante: ¿Cuándo debemos retirar los tratamientos médicos? En la enseñanza moral de la Iglesia Católica surge la doctrina de los medios ordinarios y medios extraordinarios para la prolongación de la vida.
En el s. XVI el teólogo moralista Francisco De Vitoria unido a otros importantes teólogos de su época desarrollan esta doctrina. Los medios ordinarios obligan, los medios extraordinarios son opcionales. No hay obligación de utilizar un medio oneroso (física, social y económicamente) e ineficaz o de efecto dudoso para prolongar la vida por un periodo significativo de tiempo.
Hay que tener en cuenta los siguientes criterios:
a. Spes Salutis: esperanza de beneficio del tratamiento.
b. Media Communia: si es común a todos y no excede la solicitud normal para la preservación de la vida.
c. Media facilia, Media non Difficilia: las dificultades que conlleva no exigen esfuerzos fuera de la generalidad de las personas. La dificultad es llevadera.
d. Secundum proportionem status: existe proporción con la situación social y el estado de vida de la persona. El tratamiento ofrece un beneficio proporcional al esfuerzo que conlleva, personal y económicamente.
Los teólogos morales establecen que la obligación de conservar la vida no exige medidas extraordinarias y heroícas. Existen situaciones en que es legítimo permitir a la naturaleza que siga su curso ya que la muerte es inminente. Lo que nunca es legítimo es llevar a cabo una acción directa u omisión con la intención de poner fin a la vida de una persona. No estamos obligados a recurrir a todos los medios posibles para prolongar la vida. Debe tenerse en cuenta que el uso de un medio para conservar la vida no obliga en las siguientes situaciones extraordinarias como pueden ser la imposibilidad física, la imposibilidad moral, excesiva dificultad, conlleva un grave esfuerzo, representa un dolor excesivo, exige un alto costo económico para el enfermo, causa repugnancia o miedo.
En el 1980 el Papa San Juan Pablo II, en el documento sobre la eutanasia, se refirió a esta tradición moral con términos más justos y precisos que tienen en cuenta más a la persona del enfermo y a toda su situación clínica, que al medio como procedimiento médico, recurriendo a los términos tratamiento proporcionado que obliga moralmente o tratamiento desproporcionado, que sería opcional y se puede retirar. Es importante para el enfermo y su familia conocer y entender el diagnóstico y el pronóstico del enfermo. Lo que nunca podemos retirar o suspender es el cuidado debido al enfermo como es la atención espiritual, la alimentación, la limpieza y aseo personal, el cariño y la compañía familiar, la analgesia contra el dolor y el respeto a su dignidad.