Unas claves para meditar sobre el misterio de la Santa Trinidad…
La Trinidad es el rostro con el que Dios se ha revelado a sí mismo, no desde lo alto de un trono, sino caminando con la humanidad” (Papa Francisco).
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito. El Padre nos dice su amor enviándonos a su Hijo. En el colmo de la entrega nos dice: Soy tuyo y para ti, y gusto de ser tal cual soy por ser tuyo y para darme a ti (San Juan de la Cruz). Jesús lleva dentro este secreto de amor, y su pasión es contarlo a todos. El amor es la forma más bella de contar a Dios al mundo.
PARA QUE TODO EL QUE CREE EN ÉL NO PEREZCA. Jesús muestra el amor dándonos al Padre, alimenta nuestra esperanza descubriéndonos la misericordia entrañable del Padre. Es tan amigo de amar que no se le pone cosa por delante que se lo impida: se hace a nuestra medida, se junta con nosotros, se hace nuestro amigo, se viste del color de nuestra tierra .
SINO QUE TENGA VIDA ETERNA. El Espíritu Santo, encendiendo en nuestro corazón una llama de amor viva, nos descubre que el amor lo es todo. Él hace posible que podamos comunicarnos con el Padre y con el Hijo. Él convierte nuestra interioridad en una fiesta de silencio y adoración. Con sus dones nos enamora de la Trinidad y nos hace gustar la vida siempre nueva que se nos regala. Cuando descubrimos su presencia amorosa y dejamos que actúe y guíe nuestra vida, el miedo se va, sale la luz, brota el amor confiado.
PORQUE DIOS NO MANDÓ SU HIJO AL MUNDO PARA JUZGAR AL MUNDO, SINO PARA QUE EL MUNDO SE SALVE POR ÉL. Jesús no ha venido a juzgar sino a salvar. Quien mira la vida con el corazón de Jesús sabe ver a Dios en todo.
Oración: ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! ¡Oh mis Tres, mi todo, mi eterna bienaventuranza, soledad infinita, inmensidad donde me pierdo! (Isabel de la Trinidad).