¿Definirla? ¡No, ni atreverse! Solo mirar desde cerca lo que entendemos sobre ella, según lo que ha ocurrido en el caminar histórico de la cultura. Rebuscando un poco sobre la mujer en general, se descubre que abordar el tema de la mujer como sujeto independiente, es necesariamente concepto identificado con el movimiento feminista. Eso es muy complejo y tema neurálgico. Se señalan etapas distintas en el desarrollo del feminismo. Una de las más dramáticas, comienza con el movimiento sobre el sufragio femenino hacia el 1915 en el mundo del occidente. Alguien señaló que la historia se escribe tantas veces, desde el punto de vista del autor y ya eso es problemático en términos de objetividad. Así también con este tema.

Pero no, sin entrar en polémicas de perspectivas históricas, solo hablando a primera vista, como gente que vive en el aquí y ahora. La mujer hispana se conoce a sí misma como hembra en cuestión de género. Repudia usualmente, el ser conocida con bagaje ancestral bíblico, como “ayudante del hombre”. Valora su propia grandeza, descubriéndose autónoma, genial, creativa, con intuición envidiable, capaz, firme y fuerte en términos emocionales y físicos. El hombre, mayormente en la cultura matizada por el machismo, suele confesarse incapaz de entenderla a cabalidad. En arranques de inseguridad, muchas veces tiende a desacreditarla.

Reconociendo que este tema es amplio y complejo, se corre el riesgo de irse al otro extremo que es el simplismo. Ni un rebuscar la historia y ni un acomodarse a lo fácil y cobarde, la mujer es lo que cada uno piensa que es. Y no, no es cuestión de debate. Si alguno dice que su mamá es la mejor mamá del mundo, ¡qué bueno! No existe conflicto el que haya muchas “mejor mamá”. Si otro argumenta que su esposa es la “mejor mujer del mundo”, ¡aplausos! Tampoco es contradictorio que la esposa de otros muchos, sean también la “mejor mujer del mundo”. No se trata de comparaciones que contrastan una mujer con la otra. Se trata de un juicio y expresión, nacido de un profundo sentimiento de amor y admiración por una mujer en particular.

Pero el tema no debe basarse en generalidades blandas que no resuelven nada. La mujer no la debe de definir su función de esposa o madre en la familia, como núcleo íntegro de la sociedad. La mujer como ser humano, es única e inimitable. Su capacidad de amar supera la de cualquier otro ser humano. Su habilidad de manejar la vida en toda su complejidad es insuperable. ¿Qué hombre existe que pueda intuir como lo hace una mujer? La tradición (machista) erróneamente la desacredita como el “sexo débil”. Excepto que el hombre de reputación “fuerte”, todavía está por igualar el aguante de una mujer que soporta 8 horas de trabajo en el lugar de oficio y luego le añade 6 más en el quehacer del hogar, solo por mencionar un ejemplo en concreto.

El romanticismo de nuestra cultura hispana está lleno de contradicciones respecto al tema de la mujer. Una mirada seria al interior de nuestra cultura delata un sentimentalismo farisaico digno de repudio. ¿Quién se atreve negar que no existe solemnidad más grande en nuestra cultura que el Día de las Madres? Esa madre del otro, no la propia, es la misma mujer codiciada en lujuria por el machito callejero, que todavía la desnuda con la vista. Esa mujer fue la niña sobreprotegida en el seno familiar, mientras que al varoncito de la casa del lado se le instruía a: “no seas bobo, aprovéchate”. Fue a ese niñito que creciendo se le preguntaba a manera inocente: “¿Y cuantas novias tienes?”, expresión nacida desde el miedo de que el nene le saliera, como se dice vulgarmente, “del otro lao”. En el proceso de crianza, en general, se protege a la niña con prohibiciones, tareas caseras y consejos de cómo protegerse a sí misma. En contraste, al varón se le anima a que se vaya a la calle, …para que aprenda.

Nótese que, en términos de madurez psicológica, la mujer usualmente logra mayor ventaja que el hombre, precisamente, por las restricciones y disciplina arriba mencionadas que la desafían.

En cuestión de definir los géneros, existe mucha ignorancia en toda la dimensión del desarrollo sexual. Causa de angustia constante es el caso de la adolescente que no es instruida oportunamente en todo su proceso del ciclo menstrual. Aberración semejante es la del varón adolescente que no es orientado sobre el desarrollo de su pubertad. Ambos jóvenes, aprenden lo que saben, en la calle… ¡y lo aprenden mal! Fascinante lo que se da en el seno familiar, en regiones acaloradas. A la niña no se le permite salir de su cuarto desnudita. Siempre con alguna pieza de ropa interior. Al niño, sin embargo, se le permite corretear en público desnudo, sin pudor alguno. ¿Cuál es el mensaje? ¿Cómo interpretar este doble estándar? Hmmm…

Finalmente, la mujer hispana se le desarrolla sumisa, retraída, recatada y tímida, o astuta, calculadora, coqueta y manipuladora. Todo fruto de una cultura que se perpetúa con tendencias machistas. Es en ese ambiente que se cultiva la disparidad de roles sociales. El modernismo que actualmente impacta la cultura hispana, mayormente a través de la influencia norteamericana, se manifiesta en el seno familiar con grandes tensiones y quebrantamiento conyugal.

¡A buen entendedor, pocas palabras! ¿Sí o no? Continuemos el tema…

Domingo Rodríguez Zambrana, S.T.
Para El Visitante

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