En cada Santa Misa nos sentimos interpelados por el ideal de comunión que el libro de los Hechos de los Apóstoles presenta como modelo para la Iglesia de todos los tiempos. La Iglesia congregada alrededor de los Apóstoles, convocada por la Palabra de Dios, es capaz de compartir no sólo lo que concierne a los bienes espirituales, sino también los bienes materiales (Hechos 2, 42-47; 4, 32-35). En este Año de la Eucaristía en nuestra Diócesis de Arecibo, el Señor nos invita a que acojamos y vivamos este ideal de los primeros cristianos.

La primera comunidad- tenían un solo corazón y una sola alma

42 Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones. 43 Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se multiplicaban por medio de los apóstoles. 44 Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, 45 vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno. 46 Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón. 47 Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se iban salvando.

La Fracción del pan: la Iglesia primitiva designaba con esta frase a la eucaristía, que es el sacramento de la comunión en Cristo, palabra y pan de vida (Juan 6, 34 [Ellos dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»] y 51 [ Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.»] ).

(Obispado de Arecibo)

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