Cada viernes previo a la Semana Santa, la Iglesia recuerda el dolor y sufrimiento que María enfrentó como la Madre de Nuestro Señor Jesucristo. La advocación de Nuestra Señora de los Dolores es venerada a nivel mundial por un gran número de fieles desde hace muchos siglos, con historias milagrosas que han provocado un gran amor y devoción por el Pueblo de Dios. El Papa Francisco la ha llamado: “discípula y madre”. 

En la Santa Misa celebrada el 3 de abril de 2020, Francisco comentaba que “La piedad cristiana ha recogido los dolores de la Virgen y habla de los ‘siete dolores’”. Cada uno de los “siete dolores” de María tiene un suceso puntual en la vida de Jesús. Esto no quiere decir que María “vino a sufrir por Jesús”, sino que ella acogió el sufrimiento de Jesús, por reconocerse Madre de Dios-Hijo y saber algunas cosas de las que sufriría por revelación divina. 

La Santísima Virgen María no tuvo una vida fácil, “también tuvo sufrimientos y dolores”, mencionó en el 2021 el entonces el subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México, P. José de Jesús Aguilar a un medio católico internacional. Y aunque tuvo sus vicisitudes, nunca sintió el abandono de Dios. “La Virgen María no vio los dolores como un ‘Dios me está castigando’, ‘Dios es malo conmigo’, o como un ‘Dios es injusto conmigo’”, completó el sacerdote mexicano. Sino que “guardaba todo esto en su corazón” (cf. Lc 2,19). 

Repasemos cada uno de esos dolores: El primero, –que ocurrió a los 40 días después del nacimiento de Jesús– la profecía de Simeón, habla de una espada que traspasará su corazón (cf. Lc 2,35). El segundo se refiere a la huida a Egipto para salvar la vida de Jesús (cf. Mt 2,13-23). El tercero, esos tres días de angustia cuando el niño fue hallado en el templo (cf. Lc 2,41-50). El cuarto, cuando la Madre se encuentra con Jesús camino al Calvario (cf. Jn 19,25). El quinto, es ver al Hijo allí, crucificado, desnudo, muriendo en la cruz. El sexto, el descenso de Jesús de la cruz, muerto, tomándolo en sus manos como lo había tomado hacía más de treinta años en Belén. El séptimo y último dolor es al momento del entierro de Jesús y es cerrada la tumba.

¿Cuál es la gran enseñanza de María ante sus dolores? El haber sufrido tanto y no reclamarle a Dios. Que nuestro dolor no haga alejar a los demás de Dios Padre. Que ese dolor tenga un sentido más allá del sufrimiento…

“Hoy nos hará bien detenernos un poco y pensar en el dolor y las penas de Nuestra Señora. Ella es nuestra Madre. Y cómo los ha llevado, cómo los ha llevado bien, con fuerza, con llanto: no era un llanto falso, era su corazón destrozado por el dolor. Nos hará bien detenernos un poco y decirle a Nuestra Señora: “Gracias por haber aceptado ser Madre cuando el Ángel te lo dijo, y gracias por haber aceptado ser Madre cuando Jesús te lo dijo”, finalizó papa Francisco. 

Jorge L. Rodríguez Guzmán 

j.rodriguez@elvisitantepr.com 

Twitter: jrodriguezev

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