El corto relato del Evangelio de este domingo comienza al recoger un momento clave de la vida de Jesús: la decisión de subir a Jerusalén. La audacia y la disposición para llevar a su cumplimiento lo que descubre como voluntad del Padre.

En el camino hay una aldea de Samaria en la que no los acogen, no les dan alojamiento. Y ante este hecho viene la reacción de los hijos del Zebedeo, que podemos traducir sencillamente con un ¡vamos a acabar con ellos!

Tentación que también puede darse entre nosotros los creyentes: la de creer que quienes no comparten nuestras opciones son nuestros enemigos. A veces, como personas y como institución, caemos en ella: crítica, ataque, descalificación, menosprecio…

Jesús, a quien los samaritanos no le facilitan siquiera la posibilidad de alojamiento, nos enseña el modo de posicionarse de Dios. Que alguien no le acepte no significa que merezca ser castigado. Regaña a Santiago y a Juan por situarse ante los diferentes como si constituyeran una amenaza. Y sigue su camino. Conclusión: La misericordia prevalece ante cualquier otra consideración.

Ante esta clave te invito a que te preguntes: ¿Cuál es tu disposición para el diálogo, la tolerancia, la flexibilidad, ante situaciones o realidades que chocan con tu modo de comprender y asumir la vida? ¿Tienes presente esta manera de actuar de Jesús o te aferro a “tu verdad” y a la necesidad de defenderla contra viento y marea? Piénsalo… quizás es momento de cambiar de actitud.

Finalmente ten presente que Jesús pide un compromiso, un compromiso real. El tiempo para eso es ahora. En nuestro propio camino, hoy debemos proclamar el Reino de Dios. Si nos quedamos esperando el momento adecuado, las arenas del tiempo se deslizarán rápidamente por entre nuestros dedos… ¡Ánimo! Y no te detengas.

Padre Obispo Rubén

Obispo Diócesis de Ponce

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here