¿Noviazgo? ¿Compromiso? ¿Matrimonio? Ya se sabe que muchos lo descartan, pero hay quienes apuestan por la amistad genuina, la castidad y una relación en la que, desde el inicio, Dios sea el centro. En ese puñado de valientes están Idamaris Vega Jiménez, camuyana de 22 años, y el cialeño José A. Rivera Negrón de 24, ambos estudiantes de maestría que iniciaron su noviazgo hace un año y siete meses.

Son fruto de las respectivas pastorales juveniles de sus parroquias y compartieron con El Visitante un poco de su historia con toda la jovialidad, la alegría y la dulzura que les caracterizan. Idamaris y José se conocieron en un momento en que ninguno buscaba estar en una relación, pero como saben que “las cosas de Dios suceden en el tiempo correcto” tal como dijeron, encontrarse fue el inicio de una amistad muy significativa que, pasado un año y varios meses, formalizaron en un noviazgo.

“El noviazgo es el seminario al matrimonio, en ese camino vas con miras al matrimonio porque ¿para qué tienes un noviazgo si no es porque estás pensando en algún momento llegar al matrimonio? Es ese proceso en que descubres si esa es tu vocación, un camino en que te vas descubriendo a ti mismo y vas descubriendo quién es el otro”, comentó Idamaris.

Aunque ellos tienen claro el valor del noviazgo y del matrimonio y procuran vivirlo en la voluntad de Dios, no todos los que se relacionan con ellos comprenden eso. A ese respecto explicó José que “mucha gente, sobre todo amistades varones, se asombran cuando digo que yo quiero casarme y para ellos es como que… ¿Tú todavía piensas en eso? ¡Eso ya no existe o eso ya no se hace en este tiempo! Así me dicen. Se ve como si eso fuera un pecado y es todo lo contrario, y yo sí quiero tener un matrimonio”.

Por eso, comienzan a vivir desde el noviazgo lo que siempre se dice que es importante en el matrimonio: la comunicación. “Estar abiertos siempre al diálogo es importante. Es fundamental la comunicación. Procuramos dialogar no solo lo bueno, sino también las incomodidades, lo que no nos gustó que el otro hiciera o dijera, pero en un diálogo tranquilo, en el momento oportuno más cercano para que no crezca esa incomodidad”, dijo José, y a lo que su novia añadió: “y también es importante dialogar sobre aquello a lo que aspiramos para saber si estamos caminando juntos o si estamos por caminos diferentes”.

Por otra parte, estuvieron de acuerdo en que el mayor desafío, actualmente, para vivir un noviazgo a la luz del corazón de Dios son los medios de comunicación, “la forma en que te están exponiendo el significado del noviazgo y la forma en que debes vivirlo es totalmente desvirtuado. Estamos muy expuestos, y estamos llamados, entonces, a que nuestra mirada esté en construir y rescatar lo que de verdad debe ser un noviazgo”, manifestó Idamaris.

Eso, sin duda, se alcanza con la oración, que es también primordial en la vida de estos dos jóvenes, tanto como pareja y a nivel personal. Los momentos de oración con la Palabra de Dios, el rezo diario del Santo Rosario, la Santa Misa entre semana, ratos de adoración eucarística, la lectura espiritual, en especial, la vida de los santos, tienen un lugar prioritario para ellos.

Por eso, asegura José que “tener a Dios como el centro siempre fortalece la relación y nos ayuda a tomar mejores decisiones”.

Otra de esas decisiones heroicas es la de la castidad. “La virginidad es un tesoro que Dios nos entrega, y en eso también podemos descubrir que todo tiene su tiempo, porque la sexualidad no es mala, es otro tesoro que hay que saber vivir en el momento correcto […]. Cuando ambas personas tienen ese mismo deseo, ese interés de guardar la virginidad hasta el matrimonio, se lleva fácil, no es algo que te cueste, no es una carga”, compartió Idamaris.

Por último, exhortaron a otras parejas a no dejar opacar la belleza de un noviazgo en el que Dios habita, vivir la relación siempre en vías de hacer feliz al otro y como camino de santidad”.

 

Vanessa Rolón Nieves

Para El Visitante

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