El día 4 de agosto, mi madre, la Sra. Paulina Ramos fue llamada a la Casa de nuestro Padre Dios.
En momentos tan difíciles es reconfortante saber que el Señor nos concede la fortaleza necesaria para afrontar la pérdida. Y no solo eso, sino que a través de sus sacerdotes, Alter Christus, nos trae palabras de aliento, esperanza y paz. Porque como dice el Profeta Isaías 61: “El Sacerdote ha sido ungido para sanar corazones heridos, consolar y confortar a todos los que están en duelo, dar aceite de alegría en vez de luto y traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Ellos son descendencia bendecida del Señor”.
Quiero agradecer a P. Adrián Jiménez, vicario de Pastoral y rector de la Catedral San Felipe, y al P. Alberto Díaz, párroco, por su apoyo a mí y mi familia y por ser ejemplo a seguir. Gracias también al Revdo. Diácono Eduardo Rivera, a los Hermanos Cheos y a todas las personas que se han acercado para expresarnos su cariño.
(Hno. William Pérez Ramos, H. Ch.)
Obispado de la Diócesis de Arecibo