Desde hace varias décadas los científicos, las grandes compañías del sector tecnológico y hasta Hollywood coquetean con la idea de la Inteligencia Artificial (IA). Con el paso de los años, los avances exponenciales en el campo digital obligan a reflexionar sobre el tema, no como un sueño en el que los robots con aspecto humanoide hacen el trabajo de limpieza, sino como una posibilidad real que pudiera cambiar la realidad. Pero antes, ¿qué realmente es la IA? ¿Pudiera ser peligrosa?
Según la Real Academia Española, IA es una disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. La IA fue acuñada por primera vez durante la conferencia de Darthmouth en el 1956 por John McCarthy, científico estadounidense. Desde ese entonces, el tema causó temor y, por qué no, emoción. Lo usual es que las computadoras son equipos a los que se les programa para realizar una función específica, no mezclan ideas, emiten juicios, analizan o sospechan, sino que llevan a cabo una función.
Uno de los científicos que ha advertido en varias ocasiones del peligro que pudiera causar la IA lo es el físico teórico Stephen Hawking. En su columna para el periódico The Guardian a principios del 2016 el cosmólogo sostuvo que la IA destruirá los trabajos de la clase media “donde solo sobrevivirán los roles creativos y de supervisión”. Esto refiriéndose a que la automatización en las fábricas diezmará los trabajos en la manufactura. El científico ateo admitió que la humanidad vive “el momento más peligroso”.
Pero Hawking no es la única voz en contra de la IA. Una de las personalidades más influyentes de la industria tecnológica, el milmillonario fundador de Microsoft, Bill Gates, dijo a varios medios digitales que es de los que se preocupan por la IA, que las máquinas realizarán cantidades exorbitantes de trabajo como algo positivo “si lo gestionamos bien, pero unas décadas después de aquello, la inteligencia será lo suficientemente fuerte como para ser una preocupación”. No obstante, es necesario destacar que Microsoft tiene varios proyectos de desarrollo de IA.
A estos dos se suma Elon Musk, cofundador de Paypal, Tesla Motors, SpaceX y uno de los mayores voceros en contra de la IA. El también inventor y físico llegó a sostener en un discurso en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) que la IA será la amenaza existencial mayor para la humanidad: “Con la inteligencia artificial, estamos convocando al demonio”. Musk basa sus expresiones en que la IA podrá avanzar de manera sumamente rápida y los seres humanos quedarán rezagados.
Por otro lado, la IA disponible en la actualidad se ha aplicado a diversos campos con éxito logrando un gran desarrollo. Algunos de estos en la lingüística computacional, la medicina, robótica, mecatrónica, videojuegos y análisis de sistemas. Japón es uno de los países donde se realiza mayor cantidad de proyectos con la IA. Este es el caso del Instituto de investigación Riken que actualmente aplica la IA a una súper computadora con el fin de crear nuevos medicamentos y disminuir el tiempo de desarrollo de estos que es aproximadamente 10 años, según el portal Shutterstoc. La IA es una realidad.
Pero, la comunidad científica y tecnológica quedó impactada a mediados del 2016 cuando Google puso a prueba a AlphaGo en un juego Go (juego tradicional de Asia oriental con alto contenido de estrategia) contra un campeón mundial. AlphaGo jugó tres partidos y le ganó tres veces al campeón. En 1997 ocurrió algo similar, Gary Kasparov sucumbió en el ajedrez frente al Deep Blue de IBM. Pero, estas computadoras solo analizaban millones de movimientos mediante programas. Hoy día se habla de redes neuronales artificiales y computadoras que analizan y pudieran pensar.
Mientras la IA se aplica a distintos entornos de trabajo, genera ganancias exorbitantes y se incrementa cada vez más el campo de esta súper inteligencia digital, el mundo se pregunta por las ventajas y peligros de una tecnología que no se sabe hasta dónde puede llegar o si se podrá contener.