¿Qué delito cometió un no nacido para no merecer ser enterrado con dignidad?


 

La vida y la muerte. Dos denominadores comunes de todo ser humano sin importar credo, raza o poder adquisitivo. Por desgracia muchos gobiernos, vacilan al filosofar en cuándo exactamente inicia la vida y cuándo está cruelmente denominada “materia orgánica” o “material biológico”. Pero, ¿qué sucede con los restos mortales de un no nacido y con su certificado de defunción?

La respuesta es simple, nada. Para enterrar es requisito un certificado de defunción que no se emite en estos casos porque no alcanza las 20 semanas. Lo cierto es que al no tener este documento, cualquier cementerio se expone a multas por faltar al debido proceso. Por lo tanto, no hay lugar en los cementerios para los niños no nacidos.

No obstante, en el Catecismo de la Iglesia (2273), los Sumos Pontífices y la Congregación para la Doctrina de la Fe enseñan el que la dignidad acompaña a la persona humana desde la concepción hasta su muerte natural. La misma dignidad que debería acompañar a estos inocentes a su sepulcro.

La historia de Noah

Ana María y su esposo tuvieron la alegría de recibir la noticia que serían padres por segunda vez. En la quinta semana de gestación, tuvo un sangrado que empañó la alegría, su hijo falleció en su vientre. Llamaron a su hijo Noah, que significa reposo o descanso.

“Luego de dos visitas al hospital por sangrando, el 2 de septiembre de 2015, les informaron a mi hija Ana María y a su esposo la triste noticia de que su bebé había fallecido en su vientre. La enviaron de regreso a su casa tarde en la noche, sin hacerle procedimiento alguno, indicándole que visitara su ginecóloga al día siguiente. La doctora recomendó utilizar pastillas (8 tabletas de Misoprostol 100 mg) vía vaginal, para expulsar el bebé muerto”, relató María Casellas Bond, abuela materna de Noah.

Luego de varias gestiones para conseguir sepultura digna, contactar a varios recursos pro vida y organizaciones católicas, no pudieron conseguir el dichoso certificado porque su niño nació difunto con nueve semanas. No era opción desechar por el inodoro a la sangre de su sangre.

Sin otra alternativa, con los restos mortales del pequeño y sin certificado de defunción, el matrimonio tragó hondo, lo acomodaron en una cajita de resina, le echaron la bendición y colocaron dos imágenes para que lo cuiden: el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Guadalupe. Entre lágrimas salieron de la casa caminando juntos sosteniéndose uno al otro. Con sus manos cavaron un hoyo en el jardín al que llamaron

“Jardín del descanso o Jardín de Noah”, a pasos de la puerta de su hogar. Indignados, pero con la dignidad que merece Noah, le dieron su último adiós entre flores, llanto, amor familiar, reflexión y dolor. Siempre lo recordarán.

“Jardín de los ángeles” en Roma

En Roma existe un área de unos 600 metros cuadrados del cementerio Il giardino degli angeli (Jardín de los ángeles) destinado para la digna sepultura de estos inocentes, ya sea por aborto natural o inducido, según un reportaje en YouTube del portal de noticias Meridiana. Explica el video reportaje que la iniciativa surgió para que estos cuerpecitos no lleguen a los vertederos, sino para brindarle el respeto y la dignidad que se merecen. El presidente de AMA, Piergiorgio Benvenuti, sostuvo que este lugar es para rezar y recordar a los no nacidos.

Otros datos alarmantes e impresionantes, en la Isla hay varios cementerios para mascotas. Además en varios estados y ciudades es ilegal enterrar los animales en lugares no aptos, ni tan siquiera en el jardín de las casas. Las interrogantes pueden causar desde preocupación hasta indignación. Mientras la problemática se pudiera discutir en distintos foros, los cuerpecitos de estos inocentes, que no pudieron siquiera llorar, quedan a su suerte, sin sepultura digna.

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