La Iglesia recuerda que la Reconciliación es uno de los siete sacramentos y por tanto uno de los caminos privilegiados para el encuentro con Dios.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, se le llama Sacramento de la Confesión porque se declaran o manifiestan los pecados ante el sacerdote. En un sentido profundo este sacramento es también una “confesión”, reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador (#1424).

Reconciliación con Dios y consigo mismo

Debido a que toda persona está expuesta a cometer errores y desaciertos contra Dios, con sí mismo y con el prójimo, el Sacramento de la Reconciliación equivale a una limpieza física, muy similar a bañarse. Como ensuciarse será inevitable, la persona se aseará cuantas veces sea necesario para permanecer limpio.

Precisamente, lo mismo sucede con la vida espiritual. Cuando se hace una buena confesión, pensada, analizada, reflexiva, el individuo se siente más realizado y hace el propósito de enmienda y de rectificarse. Por eso está el Sacramento, por la reincidencia en el pecado, es que se debe procurar de manera reiterada, constante y sistemática reconciliarse con el Señor, consigo mismo y con los demás.

Padre Nomar Calero, vicario parroquial de Mayagüez, sostuvo que “la confesión es un sacramento para gozarse, pues no está para que lo miremos de lejos, sino para que nos acerquemos”.

Explicó que algunos aspectos a considerar para un examen de conciencia pueden ser: mirar la vida diaria que comprende compromisos, preguntarse: ¿cómo asisto a Misa? ¿asisto centrado?, ¿tratamos de llegar a tiempo a la Misa?, ¿estoy atento a lo que se está celebrando?”.

El sacerdote también invitó a mirar los sentimientos que se tiene hacia los demás, en el ambiente de trabajo, saber si hay rencor hacia el otro, entre otras cosas.

Según dijo, es importante no tener prisa, puesto que la preparación para la confesión amerita sentarse a pensar con calma. Además, se debe hacer un examen de conciencia de manera reflexiva y anotar aquellos detalles importantes para la confesión.

¿Por qué confesarse con un sacerdote?

En una de sus audiencias sobre los Sacramentos el Santo Padre compartió el pasaje de Juan (20, 21-23): “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen” y explicó que: “Este pasaje nos revela la dinámica más profunda que está contenida en este Sacramento. Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos darnos nosotros mismos: yo no puedo decir: ‘Yo me perdono los pecados’; el perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús. […] Celebrar el Sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre”.

Pasos para un buen examen de conciencia

Son varias las maneras de realizar un examen profundo que revise los actos personales. En este se reconocen todas las veces en las que se ha agradado a Dios y los momentos en los que se le ha ofendido. Así como las veces en las que se ha dado testimonio del compromiso con Él y aquellas en las que ha vencido la tentación.

A continuación, se presentan varios aspectos a considerar para ayudar a realizar un buen examen de conciencia, y posteriormente una buena confesión. Estos están basados en:

Las cuatro rupturas: Ruptura con Dios, consigo mismo, con los hermanos y con la creación.

Los 10 Mandamientos.

Los pecados capitales y las virtudes contrarias: Soberbia vs. Humildad, Avaricia vs. Generosidad, Lujuria vs. Castidad, Ira vs. Paciencia, Gula vs. Templanza, Envidia vs. Caridad, Pereza vs. Diligencia.

Las Bienaventuranzas (Mateo 5, 3-12).

Después del examen se pueden tomar en cuenta varias resoluciones por escrito, valorando el estado actual para crecer en la fe y revisarlo más tarde.

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