La muerte es el último ciclo de la vida. Es también un tema, evitado y temido y es un problema social desatendido, que afecta todo lo que somos. El desconocimiento del tema en adición a la ausencia de destrezas para enfrentar los sentimientos que genera la partida de un ser querido, dificulta la elaboración del duelo y la recuperación.

Tras años de acompañar a mis compueblanos en sus experiencias de duelo por la muerte de un ser querido y verlos descompensarse por la falta de comprensión del proceso de muerte, sentí el llamado a crear un espacio donde las personas pudieran acudir a elaborar sus duelos. La Funeraria asumió un nuevo rol; se convirtió en escenario de cambio, crecimiento, sanación y liberación. Dediqué varios años de mi vida a estudiar el tema de la muerte. Conseguí literatura alusiva al tema y estudios realizados sobre la efectividad de los grupos de personas para elaborar los duelos. Iluminada e inspirada y haciendo uso de los conocimientos adquiridos, creé este proyecto de vida para ser compartido con aquellas personas que se sientan llamadas a participar y estén listas para el proceso.

La experiencia grupal está constituida por ocho talleres consecutivos de dos horas cada uno. Los sábados, en horario de 9:00 a 11:00 de la mañana. Es un grupo educativo, con espacio limitado para 12 personas. Cerrado (una vez se constituye no entra nadie más), y aunque no es un grupo religioso trabajamos desde la espiritualidad. Integramos a la experiencia ejercicios vivenciales, terapia del arte, biblioterapia, musicoterapia, recursos visuales y películas. Analizamos material didáctico y hacemos uso de técnicas variadas para propiciar la expresión de sentimientos y permitirle a las personas apalabrar sus situaciones particulares. La finalidad del grupo es que las personas puedan re-enmarcar su experiencia buscando una valoración positiva y aleccionadora para sus vidas.

Mi primer grupo se constituyó en marzo de 2014. Mujeres valientes respondieron al llamado. Los duelos elaborados estuvieron relacionados a las siguientes pérdidas: una hija, una sobrina, un hijo, el esposo, un hermano y oportunidades de vida. A pesar de que las pérdidas y las circunstancias en que acontecen son diferentes, el hilo conductor del trabajo es el dolor. Trabajamos para identificar qué nos mantiene en duelo y así poder confrontarlo. Entre las ganancias obtenidas por las participantes en el proceso, deseo compartir una de ellas. Una mujer que había perdido a su hija hacía 2 años y tenía sentimientos de culpa mal sana por no haberse podido quedar con ella en el hospital la noche de su muerte; sentía que la había dejado sola y sentía mucha tristeza porque no pudo despedirse de ella. Trabajamos el duelo a través de la herramienta de escritura. Esta persona pudo despedirse de su hija y pedirle perdón. En el proceso ganó comprensión de su situación. Ahora puede hablar de ella y hasta llorar sin sentir culpa. Haber confrontado sus sentimientos le ayudó a restarle fuerza a su dolor y a estar en control de su vida.

(Nyurka J. Rivera Vázquez, MTS)

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