El pasado sábado, 19 de noviembre los fieles de la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico se congregaron en el Humacao Arena de ese pueblo, para festejar a la patrona de Puerto Rico en la Solemnidad de María, Madre de la Divina Providencia y el cierre nacional del Año Extraordinario de la Misericordia.
La imagen de María, Madre de la Divina Providencia adornada con rosas rosadas en el lado izquierdo de la tarima, y el tríptico de la Misión Continental en el centro del escenario, fueron los elementos principales de esta actividad que contó con la participación de fieles de las seis diócesis que llegaron a la Perla del Oriente a pesar de las inclemencias del tiempo.
El momento culminante de este evento que comenzó desde temprano fue la misa que se celebró a eso de las 11:45 de la mañana que fue presidida por el Obispo anfitrión de la Diócesis de Fajardo-Humacao,
Monseñor Eusebio Ramos Morales y que fue concelebrada por el Delegado Apostólico, Mons. Jude Thaddeus Okolo; el Arzobispo de San Juan, Mons. Roberto González Nieves, OFM; el Obispo de Mayagüez,
Mons. Álvaro Corrada del Río, S.J.; el Obispo de Ponce, Padre Obispo Rubén González Medina, cmf; el Obispo de Arecibo, Mons. Daniel Fernández Torres y el administrador diocesano de Caguas, P. Antonio Cartagena Veguilla, junto a ellos el Obispo Emérito, Mons. Enrique Hernández.
Luego de la procesión de entrada y del mensaje de bienvenida, Mons. Okolo tomó la palabra. Extendió un saludo de parte del Papa Francisco al pueblo puertorriqueño y exclamó: “La misericordia de Dios no termina, sigue con nosotros”. Seguido leyó un extracto de la bula Misericordiae Vultus con la que se proclamó el Año Extraordinario de la Misericordia a finales del 2015.
Acto seguido el presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña, Mons. Roberto González, saludó a los presentes y destacó que todos los fieles allí reunidos eran un tesoro de la Iglesia y de la patria. (El mensaje completo lo puede leer en la página 14 de esta edición).
Después, continuó la misa como de costumbre. Durante la homilía Mons. Eusebio destacó que además de la Solemnidad de la patrona de Puerto Rico y el cierre nacional del Jubileo de la Misericordia, ese día querían confirmar y asumir el mandato misionero de la Misión Continental convocada por Aparecida y simbolizada con el tríptico y la Cruz Misionera. “Y quién mejor para orientarnos, mostrarnos el camino y acompañarnos que, María, Madre de la Divina Providencia. Ella, con alegría y fuerza evangélica nos dice: ‘Hagan lo que Él les diga’”, enfatizó.
Continuó diciendo que: “María nos llama a ser siervos solo de Dios y servidores de su reino de justicia, sin miedo ni esclavitudes, y capaces de desafiar y tumbar a los poderosos de la corrupción, del narcotráfico, de la violencia, de la mentira, la demagogia política y a todos los ídolos que pretenden aniquilarnos como pueblo, como Iglesia y como personas”.
Enfatizó que: “[…] Basta de vivir en el agua podrida de la dependencia colonial, en el agua amarga de la violencia que se lleva la vida de nuestros jóvenes; en el agua estancada del consumo y del placer desenfrenado… ¡Despierta pueblo puertorriqueño que naciste para vivir y no para morir! ¡Despierta, hermano que nos bautizamos para ser discípulos misioneros, testigos de Jesús; y discípulos misioneros para la vid! ¡Y se nos muere el pueblo por falta de vida e identidad, y nosotros tenemos y conocemos la fuente: Es Jesús, Rostro Misericordioso del Padre!”.
Relacionado con la Misión Continental, precisó que Con Cristo, Misioneros a Puerto Rico entero, no puede ser un simple slogan. “Hay que llevarlo al corazón. Esta no es una campaña política, no es una propaganda publicitaria. Este pueblo está hastiado de este tipo de campaña hueca y sin compromiso. Se trata del mandato de Jesús a sus discípulos. Es la petición de nuestra Madre, la Virgen María, a todos aquéllos que siguen a Jesús… Es el mandato de Jesús a todos aquéllos que le hemos encontrado en nuestras vidas y nos hemos dejado tocar por su amor y su misericordia”, reiteró.
Por último, dijo que se requieren discípulos misioneros que abracen la fe, cambien sus vidas cómodas y anestesiadas por la indiferencia, y entren a la escuela del discipulado, que vivan la comunión y se lancen a la Misión, con Cristo, a Puerto Rico entero. La profesión de fe y la procesión de las ofrendas fue lo siguiente y continuó la misa.
Antes de la bendición final, los seminaristas trajeron las Puertas Santas que estaban en la entrada del Coliseo para cerrarlas y de esta manera concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Este rito estuvo a cargo del Arzobispo de San Juan. Tras unir las dos puertas, Mons. Roberto dio tres golpes con su báculo. Luego se entonó el Magníficat, tal y como lo establecía el rito enviado por la Santa Sede para este fin.
Después, Padre José Orlando Camacho, director nacional de las Obras Misionales Pontificias invitó a los Obispos a colocarse al lado de las cruces misioneras que fueron preparadas por el artesano puertorriqueño- Tomás Pérez como un símbolo para continuar con la Misión Continental en las Diócesis. Estos junto a una delegación de la Vicaría de Pastoral de cada diócesis asumieron el llamado de propagar la Misión en toda la Isla como se estableció en Aparecida.
Posteriormente, los Prelados subieron al altar y junto a Mons. Okolo dieron la bendición final. Antes de retirarse los Obispos se acercaron a la imagen de la Patrona para tomarse una foto junto a ella en la fiesta de su Solemnidad.
Es necesario mencionar que el ministerio de Música Son de El Yunque tuvo a su cargo todas las canciones de la misa en la que predominaron los ritmos de aguinaldo en los que estuvo presente el cuatro y el güiro puertorriqueño, como instrumentos autóctonos de la tradición puertorriqueña.
Más temprano
Esta actividad inició a eso de las 9:00 de la mañana donde la entrada del Humacao Arena se convirtió en la última Puerta Santa erigida durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en Puerto Rico. El Obispo de El Yunque, Mons. Eusebio, realizó el ritual de apertura junto a los fieles que aguardaban para tener la oportunidad de ganar la indulgencia por última vez y peregrinar en el Jubileo. “Entremos por la Puerta Santa y gocémonos de la Misa con María, Madre de la Divina Providencia. Ella que nos sigue diciendo: ‘Hagan lo que Él les diga’”, dijo Mons. Eusebio. Luego del ritual, tocó la puerta, la abrió y pidió al pueblo que la atravesara.
Para que los fieles pudiesen ganar la indulgencia plenaria un grupo de sacerdotes revestidos con su estola sacerdotal esperaban por los fieles que hacían fila para confesarse, uno de los requerimientos para ganar la indulgencia. Los clérigos estuvieron confesando hasta minutos antes de iniciar la Eucaristía.
Mientras, en el interior del Coliseo hubo un despliegue cultural de la riqueza de la musicalidad afroantillana, la agrupación musical Majestad Negra de Loíza contagió a los presentes con las cadencias y ritmos de la bomba y plena puertorriqueña. Al son de los barriles las bailarinas siguieron el seco repique de los tambores, con estilo, gracia y gran destreza. Cabe destacar que la agrupación musical contó con la participación especial de Padre Rosendo, párroco de San Patricio en Loíza.
Otro de los manjares musicales fue la agrupación Gira Criolla. Esta vez el cuatro puertorriqueño y las privilegiadas voces, acompañados por la flauta, el violín y demás instrumentos, exaltaron la tradición y raíces del pueblo con música típica y diversos ritmos autóctonos.
Del mismo modo, previo a la Misa la cantante católica Millie Lee entonó el himno Ángeles de Dios, Misericordiosos como el Padre, un arreglo especial que realizó para el Año de la Misericordia, y el himno oficial de Nuestra Señora de la Providencia. Todas las canciones fueron coreadas por los fieles.
También, la cantautora, Beatriz ‘Voz de Ángel’ interpretó el tema Jesús en ti confío en la post Comunión. Es vital destacar que hubo una capilla con adoración eucarística, donde el Santísimo Sacramento estuvo expuesto mientras fieles se detenían para saludar al Señor.
Enrique I. López López colaboró en esta nota.