A sus 14 años, con la sonrisa que lo distingue, a simple vista José Adrián luce sano y lleno de vida. Sin embargo, su salud se ve quebrantada a menudo. El joven con Síndrome Down padece de asma, hipotiroidismo, pérdida auditiva, rinitis crónica y escoliosis lumbar.
“Él presenta varias condiciones y esto es cuesta arriba”, describió su madre Andreína Salgado, quien es ama de casa ya que además de cuidar de su hijo no puede trabajar por problemas de salud. Compartió que dentro de las complicaciones que ha tenido su hijo como consecuencia de la “rinitis crónica, le han dado dos espasmos bronquiales y en el segundo que le dio por poco se me va. Se me puso cianótico, le bajó el oxígeno a 68 y se me puso bien mal, fue una experiencia bien mala para mí”.
Por la escoliosis lumbar el joven tenía una curvatura de 39 y de llegar a 45 lo tendrían que operar. Para evitar esto sus padres tuvieron que comprarle un chaleco que costó $1,600 y que lleva puesto hace 2 años.
“Se tomó la opción para que no siguiera curveándose y pudiera mejorar. Es requisito usarlo en todo momento, nada más se le quita para bañarse porque hasta duerme con él”, destacó.
Gracias a la rigurosidad del tratamiento está en un 27, por lo que hay esperanza. “La operación es bien delicada, bien dolorosa y a mi nene lo han sometido a muchas operaciones”, dijo Andreína. Entre las intervenciones tuvieron que reconstruirle el oído completo porque se le secó como una pasa por dentro, lo que se llama colesteatoma. La pérdida auditiva será para toda la vida y no se puede mojar los oídos debido a que le dan unas infecciones bien fuertes.
A pesar de las diversas situaciones que enfrentan diariamente, la familia Zabala Salgado da gracias a Dios porque a pesar de las condiciones de salud su hijo está estable. Se describieron como una familia humilde, que lucha y vive el día a día con el menor que de sus tres hijos, el único que vive con ellos. “Tengo dos adultos que tienen su vida hecha, así que por el más que nos preocupamos es por José Adrián, para que más adelante en la vida él pueda ser un joven independiente. Saber que si nosotros faltamos en algún momento, él va a poder hacer sus cositas y no va a sufrir”, señaló Andreína.
El brillo en los ojos de ambos padres era visible cuando hablaban de sus hijos. Para José Rubén lo más que lo mueve a luchar día a día son ellos. “Mis hijos, especialmente José Adrián. Y digo todos mis hijos porque en cada etapa de nuestras vidas han sido diferentes retos. José Adrián ahora mismo es el eje que mueve esta casa porque él es la alegría. Él aunque esté enfermito siempre se está sonriendo. Si él puede estar sonriendo y puede estar feliz, para nosotros esa es nuestra gran bendición. Mi hijo para mí es punto de enfoque en mi vida”, comentó.
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Mientras para Andreína, aunque tiene dos hijos mayores, José Adrián es la gran bendición de Dios en su vida, en la de su esposo y en la de su madre para la que su nieto es motivo de alegría. “Mi hijo es nuestro corazón, porque es un niño de amor. Él está todo el tiempo abrazándonos, besándonos y diría que tener a José Adrián es lo mejor que nos ha pasado”, afirmó.
Actualmente, los únicos ingresos con los que cuentan son con la ayuda del PAN (Programa de Asistencia Nutricional) y de lo que genera José Rubén en mantenimiento de patios, siempre y cuando el clima se lo permite. Por la condición bronquial de su hijo necesitan un aire acondicionado de ventana, ya que el que tienen es viejo y entre el agua que descarga y la humedad se ha deteriorado la ventana. También necesitan una lavadora, porque la que tienen no exprime. Además hay algunas terminaciones exteriores que faltan por concluir.
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