“Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga” (Mc 4, 26-28).
El afán por comer saludable y recuperar la agricultura, ha revivido en muchos el deseo de crear sus propios huertos y producir sus alimentos. Sin embargo, por más sencillo que parezca según Edrick Marrero Soto, profesor del Servicio de Extensión Agrícola en la oficina de Mayagüez, “para hacer un semillero hay una ciencia detrás de todo para que se dé la magia de germinar”.
Según el agrónomo, “para que esa ‘magia’ ocurra se necesita que la semilla sea de calidad. No toda la semilla es buena y depende de cómo la almacenaron y quién la cosechó. El manejo que se le da a la semilla es bien importante. Muchas veces no germinan porque la persona la compró en una tienda, la puso en el carro, se fue a hacer compras, la dejó 4 o 5 horas y la temperatura que se genera dentro del vehículo que va de 140 a 150 grados, mata el embrión de la semilla. Por eso cuando se siembra no nace, porque ese embrión se murió hace tiempo”.
Marrero también aclaró que de comprarse semillas en sobre, hay que considerar la variedad a sembrarse tomando en cuenta las opciones existentes y las especificaciones de la etiqueta como su adaptación y tolerancia al clima frío, seco, húmedo o caluroso.
Por ejemplo, el suelo es uno sumamente importante. Este tiene que estar suelto para que la semilla tenga suficiente espacio para poder brotar fuera de la tierra cuando germine. Otro factor importante en la germinación será la humedad. “La semilla cuando se seca pierde la humedad, que es la que activará el proceso de la germinación. Igualmente, la temperatura adecuada ayudará a la germinación. Luego de ello, la luz solar alimentará la planta que está naciendo y comenzará la fotosíntesis. Entonces la planta producirá sus propios alimentos para crecer que anterior a eso estaban encapsulados dentro de la semilla”, comentó.
Por esta razón son varios los elementos a tener en cuenta para una germinación adecuada. En primer lugar, es meritorio conocer que hay semillas asexuales y sexuales. Solo estas últimas se fertilizan durante el ciclo de polinización cuando las mariposas o abejas llevan el polen de una flor a otra.
En segundo lugar, el manejo que se le da a la semilla antes de sembrarla es muy importante y “muchas veces fallamos ahí”. Hay que guardarla en un lugar fresco, preferiblemente que sea seco y que tenga buena ventilación. Un buen lugar para almacenarlas es la nevera, en la gaveta donde se conservan los vegetales. Ello en caso de que no se vaya a sembrar al momento.
En tercer lugar, hay que velar por la humedad, pues no se quiere que el semillero esté lleno de agua. Hay diferentes tipos de sustrato (suelo donde se sembrará): tierra común del suelo, composta, medios comerciales que tienen mezcla de ingredientes (utilizados para hacer la mezcla del suelo), musgo, entre otros. “Al principio la semilla no necesita ningún abono porque ella misma tiene los nutrientes que necesita. A las dos semanas que germina, es importante aplicarle algún fertilizante sea orgánico o químico. Puede aplicar un abono, un té de composta, algún fertilizante orgánico para que la matita se desarrolle”, sostuvo.
El experto aclaró que: “Una vez la vayas a sembrar, tienes que tener planificado el trasplante, es decir la siembra (si será en envase o en tierra), así como los días para trasplantar la matita. Si es calabaza a las dos semanas se debe trasplantar, si es cilantrillo o lechuga a los 15 días se debe trasplantar. Si la dejas en el semillero mucho tiempo pierde vigor de crecimiento, se pone viejita. Si la dejas 40 días y después la siembras, no crecerá bien, porque su nivel de crecimiento fue limitado”.
Para aclarar dudas o recibir orientación puede comunicarse a las oficinas de Servicios de Extensión Agrícola en Mayagüez al 787-877-2680 o de su área más cercana.