Un bloque de mármol es simplemente eso. Pero, puede ser algo más en la imaginación del artista que mucho antes de aplicar el primer golpe del cincel ya soñó con transmitir un mensaje cautivador y abrir una puerta hacia lo divino. Así explicó el escultor Marco Augusto Dueñas a El Visitante la relación que existe entre el arte y Dios. Para esto subrayó que además del talento, técnica y preparación, se requiere disciplina, paciencia y sobre todo constancia.
El escultor de gran prestigio internacional y que cuenta con tres obras en las basílicas vaticanas, explicó que el arte religioso es la acción de plasmar materialmente la fe. “La fe es algo efímero, se va demostrando con actos diarios. La escultura es una disciplina y talento, pero también es la llamada de Dios que queda plasmada en esa materia inerte, creada por alguien y que abre una puerta a lo divino”, detalló Marco Augusto mientras retocaba con pequeños golpes su más reciente obra.
Escultura con “alma” y que “habla”
Cuando se logra relacionar al espectador y su alma con la materia -madera, piedra o metal-, y Dios, ahí se lograr el verdadero cometido y es lo que diferencia a un gran artista. Lo cierto es que sus obras son elogiadas precisamente porque transmiten dulzura, dinamismo y hasta pareciera que tienen alma. Sobre esto, Marco Augusto —que trabaja todos los materiales y en especial el mármol carrara— prefiere aludir solo al espectador: “Que sea él quién juzga si hay algo que le atrae”.
“De todos los artes la escultura es la más difícil. Es algo sublime porque puedes ver una imagen en 3 dimensiones creada de un bloque y puedes ver cómo se le puede sacar alma”, articuló el escultor español radicado en Roma. Lo cierto es que el proceso de esculpir además requiere un estudio exhaustivo para determinar desde la posición, los gestos, los detalles, el personaje y hasta una serie de procesos que van desde el dibujo, moldes en distintos materiales y hasta procesos químicos. Al final, la obra con terminados, matices y acabados es la que “habla”.
Sobre qué significa para él como artista que sus obras estén junto a las obras de escultores de la talla de Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro, dijo: “Es la responsabilidad más grande y es un regalo que me ha dado Dios”. De hecho, en la Basílica de San Pedro una de sus obras está colocada en el sitio más cercano a la tumba de San Pedro y la hornacina (hueco coronado con arco) fue hecha por el propio Miguel Ángel para una de sus obras que no pudo terminar.
Busto de Mons. Jaime Capó en Aguas Buenas
El escultor estuvo en suelo boricua por primera vez para instalar su más reciente obra, el busto de Mons. Jaime Capó Bosch 1924-2019 en la Casa Cursillos de Cristiandad en Aguas Buenas. La fina escultura de tamaño real en bronce fundido se encuentra en la plaza de la Casa de Cursillos que recientemente fue inaugurada y bendecida en el marco del 60 Aniversario de la presencia de Cursillos de Cristiandad de Puerto Rico.
Sobre este proyecto precisó: “Tengo que agradecer a Cursillos que me hayan dado la oportunidad de hacer este trabajo. He hecho Cursillos y fue un honor saber que Mons. Capó fue un cofundador de Cursillos”.
Para hablar de la obra explicó que del estudio de imágenes inicial que comprendió varias épocas pudo apreciar unas fotos donde abrazaba y escuchaba. “Esto es lo que he querido hacer en esta obra. Una mano está de forma que la gente pueda venir y tocarla. Esta en actitud de escucha para dar un buen consejo. Pues, él estará cercano a Dios, con todo el bien que ha hecho”. Explicó que es una imagen que no está hecha para un altar, es para acercarse a ella. Su proporción es una vez y media más grande del tamaño normal de Padre Capó.
Primero, la escultura se modeló en barro a mano y palillos de madera con su posición y gestos. Luego, se llevó a un molde de silicona y se pasa a una cera para trabajar en los detalles. Finalmente, se vierte el bronce fundido para luego cincelar para no perder detalles. El último proceso fue con una mezcla de ácidos innovadores para obtener matices.
Esta obra en su trayectoria
“Todas las obras para mi son mis niños, todas les pongo el máximo cariño y devoción. Me gusta escuchar. Al tener técnica puedo hacer distintos acabados y formas. Pero he querido escuchar, plasmar lo que Cursillos necesitaban para este sitio”, sostuvo. De hecho, aceptó que los artistas suelen pecar del exceso de personalismo con sus obras, pero contrario a ello, aclara que los artistas “tenemos que poner al servicio de otros nuestro arte”.
Distinto de una obra de galería o monumento que se presta para ser decorativa o para demostrar la capacidad del artista, “aquí no soy yo” se trata de Padre Capó y Cursillos.
Un detalle de la obra de P. Capó fue que no se cerraron las gafas “porque la mirada era muy importante”. Así la atención de la mirada va al rostro y la mirada, en vez de a las gafas, según indicó Marco Augusto. Concluyó que más allá de la técnica y maestría del artista, lo que perdura es la propia escultura que es como “la transfiguración material de la fe”.
Enrique I. López López
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