“Que Gloria para una Sierva de María, trabaja allí, donde nadie la ve, pero Dios la ve”. Esta frase de la Madre Soledad Sanjurjo Santos, SM. Tiene tanta riqueza por todo lo que significa. Es tan evangélica que recuerda pasajes que la mente puede imaginar. El hogar de Nazaret, el silencio de 30 años, Jesús María y José, las conversaciones del seno de la familia, los cariños y los detalles entre sus miembros, los consejos y las penas sufridas en donde nadie ve, pero si Dios lo ve. La fuerza que emana de esta meditación y el misterio transformante que por ella se ejecuta. Es pensar un poco en el silencio del desierto; esconderse y encontrarse con Dios e intimar con Él. Es hacerse pequeño, humilde, sencillo y admirar desde esa realidad su grandeza. 

En una Sierva de María, este esconderse para ver a Jesús en el enfermo, en el sufriente; es también asomarse al Gólgota y experimentar con María, su dolor; pero percibir la esperanza que brota del amor que sabe que el bien triunfa a pesar de todo lo que se le oponga; y levantarse, con firmeza, para abrazar la vida y para volver a comenzar. Trabajar a sabiendas que en el otro vive y palpita Jesús y aunque de pronto no se comprenda, deja en recuerdo un buen sabor y el buen olor que da el tratarse con Cristo en el hermano.

Vivir escondido con Cristo, es estar en Dios, cuando se separa del bullicio del mundo y se esconde entre el susurro de la brisa del amor por el otro y por ayudar en sus necesidades. Es el secreto mejor guardado de los que caminan en santidad porque la santidad de Dios los acompaña. El trabajo del apóstol silencioso que eficazmente labra el Reino de Dios en los corazones de quien sirve, porque esa huella permanece y es la que luego de mucho tiempo la vemos; como hoy, que después de tantos años del tránsito de Madre soledad Sanjurjo Santos, SM, a la Casa del Padre, seguimos hablando de ella, de su vida y de sus consejos. 

Causa Sor Soledad Sanjurjo Santos, SM

Para El Visitante

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