Fr. Alfonso Guzmán, OFM


“Virgen Santa de la Providencia, Madre de Clemencia, Honor del Caribe; Protectora Borinquen te aclama […]”. Estas palabras iniciales del himno a Nuestra Señora de la Divina Providencia invitan a buscar el significado histórico de esta devoción tan arraigada entre nosotros. El sugestivo título “Virgen de la Providencia” corresponde a una antigua advocación mariana que se originó en Italia en el siglo XIII. La imagen original venerada por los Siervos de María (Servitas) y por otras congregaciones es un óleo en el que aparece la Virgen con el Niño dormido confiadamente en su maternal regazo.

El título “Madre de la Divina Providencia”, se debe a San Felipe Benicio, superior de los Servitas, quien en 1268 en la ciudad de Arezzo, que entonces pasaba por una hambruna, al invocar la protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían  nada que comer, encontró a la puerta del convento dos cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su procedencia. Convencido de que esta largueza se debía al amor de la Virgen María por sus siervos comenzó a llamarla y venerarla como Madre de la Divina Providencia.

Más adelante, en el siglo XVII, la devoción a María bajo este título va unida al establecimiento de la Orden de los Barnabitas en Roma quienes en 1611 se vieron obligados a interrumpir las obras de una iglesia por carecer de fondos. El superior, P. Blas Palma, resolvió entonces peregrinar a Loreto para implorar su ayuda. Agradecido por la intercesión de la Madre de Dios que permitió terminar la iglesia recomendó recurrir a ella con confianza.

En 1659, los barnabitas tuvieron que abandonar una de sus dos casas en Roma y desmontaron la imagen para guardarla. Cuando en 1663 esta iba a ser colocada en un nuevo altar en otra iglesia, la imagen cayó y se rompió quedando inservible para el culto. Para paliar el daño, el arquitecto encargado de las obras les ofreció a los barnabitas un cuadro de la Virgen con el Niño Jesús en sus brazos.

El P. Mafetti, barnabita en Roma, ofreció en 1732, a la veneración pública una copia exacta del cuadro titulado Mater Divinae Providentiae. Esto provocó gran entusiasmo y pronto generó numerosas peregrinaciones. Las muchas gracias y favores dispensados desde entonces demuestran el amor de la Virgen invocada bajo un título que alude a amoroso corazón maternal. Varios Papas a través de los años veneraron esta imagen durante sus pontificados. León XIII añadió Oficio y Misa propios de la Madre de la Divina Providencia.

Le devoción a la Virgen de la Providencia se extendió a España concentrándose en Cataluña. En el siglo XIX, la sierva de Dios Sor Teresa Arguyo Fontseca, fundadora de la orden de las Religiosas Franciscanas Clarisas de la Divina Providencia en Olot prescribió que en sus iglesias se venerara la imagen de la Madre de la Divina Providencia, cuya fiesta se celebraba el 4 de mayo.

En la Catedral de Tarragona dedicada se veneraba una imagen de la Virgen de la Providencia y fue allí donde el entonces seminarista don Gil Esteve y Tomás, que llegaría a ser obispo de Puerto Rico, conoció esta bella devoción. En esa misma catedral fue consagrado obispo el 8 de octubre de 1848. Cuando llegó a San Juan en 1849 presentó un  plan pastoral que incluía la reconstrucción de la catedral, maltrecha a causa de los huracanes y terremotos.

Don Gil puso su trabajo y confianza en manos de la Divina Providencia y vio el fruto pues a los 5 años ya había podido reconstruir la catedral. En agradecimiento estableció en 1853 el culto y la devoción a la Virgen de la Providencia. La imagen traída para su altar es una imagen sentada para ser vestida, que fue tallada en Barcelona y muestra a María que se inclina sobre el Niño, que duerme plácidamente en su regazo. Las manos de María se unen en oración mientras sostiene suavemente la mano izquierda del Niño. Esta imagen estuvo expuesta al culto en la catedral hasta que en 1920 fue sustituida por otra talla en madera, que es la imagen que se puede venerar ahora. En ese momento su fiesta se fijó para el 2 de enero.

En el primer centenario del culto a la Virgen de la Providencia en la Catedral de San Juan, el Obispo James Peter Davis proclamó en 1953 una gran misión para promover la devoción en todo el país. Esta misión fue desarrollada hábilmente por el Padre Saturnino Junquera, SJ y compañeros. El himno en honor de la Virgen fue compuesto en esta ocasión.

El Cardenal Luis Aponte Martínez, Arzobispo de San Juan entre 1964 y 2012, fomentó el culto a N. S. de la Providencia logrando que el Papa Pablo VI la declarara como patrona principal de toda la nación puertorriqueña mediante un decreto firmado el 19 de noviembre de 1969. También se oficializó la solemnidad de la Virgen el 19 de noviembre, día del descubrimiento de Puerto Rico. Se unieron así los dos grandes amores de nuestro pueblo – la Patria y la Madre de Dios.

La talla de la Virgen que data de 1853, fue elegida para ser coronada durante la reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) celebrada en San Juan el 5 de noviembre de 1976. En la víspera del acontecimiento esta imagen fue quemada por desconocidos en la Parroquia Santa Teresita de Santurce. En el 2009 la misma fue restaurada en Sevilla al conmemorarse el 25 aniversario de la visita papal a Puerto Rico.

Mons. Roberto González, OFM, presente Arzobispo de San Juan de Puerto Rico, nos aclara el verdadero significado del título de nuestra madre y patrona:
La palabra providencia significa “ver hacia adelante”. La “divina providencia” se refiere a la capacidad de ver el futuro. Ya que el mismo Dios es el creador de todo lo que existe, la “divina providencia” es la creación del futuro por Dios. 1

Así, desde siempre, y más desde el 1853 hasta el presente, en nuestra patria Dios crea el futuro y nosotros acompañados por María confiadamente hemos de colaborar con Él.


1 Mons, Roberto González, OFM, Carta Pastoral Paz y Bien, 1999.

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