La Doctrina Social de la Iglesia considera a la educación un derecho universal, que contribuye al bien común. La educación eficaz promueve el desarrollo pleno de la persona, consiguiendo el desarrollo de la inteligencia y de la libertad, mediante la búsqueda de la verdad. De esta forma las personas pueden llegar a desarrollar relaciones sociales ordenadas y fecundas, según la verdad. Cuando los problemas sociales se resuelven según la verdad, las soluciones se apartan de la arbitrariedad y se ordenan de acuerdo a las exigencias de la moral. (Compendio de Doctrina Social 155, 198)

El Magisterio de la Iglesia consistentemente ha enfatizado que la educación es una tarea prioritaria de la sociedad y que es imprescindible para lograr un saludable progreso social. (Gaudium et Spes, Populorun Progressio, Solicitudo Rei Sociales, Libertatis Conscientia) Esa labor de importancia fundamental corresponde en primer lugar a la familia, que constituye la primera escuela de virtudes sociales, transmite valores sociales esenciales y que ayuda a que las personas desarrollen su libertad y responsabilidad. Nos dice la Doctrina Social de la Iglesia: “La familia tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos”, (CDSI 239).

La educación, derecho fundamental del ser humano, se convierte en un deber de la familia y de toda la sociedad, ya que aunque los padres son los primeros educadores, no son los únicos educadores (CDSI 236). Este hecho hace necesario que los padres colaboren con los organismos civiles y eclesiales en la tarea educativa, sin relegar su responsabilidad fundamental. Por esta razón, los padres tienen el derecho a exigir que sus hijos reciban contenidos educativos conforme a sus propias convicciones.

Deben asumir una responsabilidad particular en la esfera de la educación sexual (CDSI 243). En este tema los padres tienen la obligación de verificar la educación que pretende ofrecer la escuela y asegurarse de que el tema es presentado de forma integral, para que se realcen los valores morales y sociales que se asocian a la sexualidad humana.

La verdadera educación no consiste en una preparación técnica o profesional, como tampoco en una educación que permita conocer valores estéticos o humanistas en la historia humana. Nos alerta la Doctrina Social de la Iglesia: “Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones o a algunas de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla”(CDSI 198). Educar es enseñar a pensar, a discernir, a descubrir, a plantearnos un mejor futuro. Es una tarea de toda la vida y no se limita a la instrucción escolar o a la educación superior.

Un aspecto importante de la formación educativa es la educación religiosa. Se orienta al desarrollo de un aspecto importante del ser humano: su espiritualidad, su sentido de la vida y su felicidad. En esta tarea ayudan las instituciones religiosas, pero es en el hogar que se comprende el verdadero sentido del Evangelio, donde se aprende a amar y ser amado, a identificar lo que es moral, a amar la paz, la verdad y la justicia. La Iglesia contribuye, con su enseñanza social, a madurar la conciencia de los deberes sociales a enfatizar en las exigencias de amor y justicia y a concientizar sobre la necesidad de hacer vida el Evangelio.

Nuestra sociedad requiere una gran obra educativa y cultural que enfoque todas las actividades sociales y económicas, “que comprenda la educación de los consumidores para un uso responsable de la capacidad de elección, la formación de un profundo sentido de responsabilidad en los productores, y sobre todo en los medios de comunicación social”(CDSI 375). Se requiere una educación que resalte la importancia de la participación política, como una exigencia de la búsqueda del bien común y una expresión de servicio a los demás. Por eso se requiere un nuevo enfoque, una nueva meta: educar para la libertad y en la verdad.

(Puede enviar sus comentarios a nuestro correo electrónico: casa.doctrinasocial@gmail.com)

Nélida Hernández
Consejo de Acción Social Arquidiocesano

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