Es inevitable. Tarde o temprano todos vamos a encontrarnos frente a frente con este acontecimiento natural. San Francisco la llamaba la hermana muerte y frente a este momento, “el enigma de la condición humana alcanza su cumbre”, (Gaudium te spes, 18). Es el final, pero solo de la vida terrenal porque en ese momento “Dios llama al hombre hacia sí”, (Catecismo, 1011). La fe en Jesucristo nos revela que la muerte no es el final, sino una transformación. Esto no es un juego, solo tenemos una vida para aprovecharla y alcanzar el anhelo de la felicidad; una razonable en este mundo y una completa en la patria celestial.

La coyuntura de la fiesta de los fieles difuntos a celebrarse esta semana trae consigo la reflexión de que todos estaremos al otro lado de la loza y que debemos laborar sin cansancio para vivir dignamente y morir de la misma forma. Algunos quieren morir como viven literalmente y lo hacen hasta con humor jugando dominó, trabajando, corriendo motora y hasta “wheeleandola” hasta después de embalsamados. Pero esto es puro maquillaje, una práctica que busca satirizar la muerte para enfocar la mirada en lo que quisiéramos extender y no en lo que verdaderamente es.

Por un lado, la ultra insensibilidad ha alcanzado la muerte. Cuando se supone que el acontecimiento provoque una plegaria, un silencio y un aire misterioso, hoy es muy común la curiosidad temeraria con un celular en mano en formato cámara para convertir la muerte en un post de redes sociales… En este extremo de la balanza también aparece la eutanasia y el suicidio asistido -ambos ilegales en Puerto Rico- como formas de matar evadiendo el dolor. ¿Acaso se quiere vivir y morir sin dolor? Pues, en esa esquina está el aborto que propone mejor ni nacer… 

Por otro lado, la ultra sensibilidad hace del proceso de morir algo más allá de lo dramático con el ánimo excesivo de procesos médicos para prolongar la vida en ocasiones sin sentido porque la muerte los llama a su encuentro. 

Como los extremos tienden al exceso, ya lo dicta la frase en latín: Virtus in medio stat (La virtud está en el medio). Por ello el Catecismo (1013) lo dice de manera muy clara: “La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designo divino”. Por eso la muerte no es el punto final.

Enrique I. López López

e.lopez@elvisitantepr.com 

Twitter: @Enrique_LopezEV

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