Los desafíos para llevar la Buena Nueva a los confines de Puerto Rico son grande y complejos. Para conocerlos hay que colocar el oído en tierra, hablar en la fila del banco, del correo, en la plaza, en la cafetería, en la comunidad… Los no creyentes y los ateos se crecen. Los creyentes guardan silencio. La salud mental no está en su mejor momento. Cada vez es más difícil manifestar la fe de manera pública. Cada vez más las ideologías “modernas” van ganando terreno. Curioso, estas ideologías se pintan de apertura, pero, el que discrepa es considerado intolerante. 

Siento que los mayores profesores que pueden aleccionar sobre cómo emprender una misión más eficaz en las comunidades son los ministros extraordinarios de la comunión y los catequistas; en su mayoría son mujeres. Tienen una mirada más íntima de las realidades dolorosas de las familias que no quieren ser vistas. La cátedra de la calle está en los que día a día se pelan las rodillas y gastan el calzado en las comunidades. Deben hablar, aunque no estén acostumbradas a hacerlo.

Hay acontecimientos donde la Iglesia -que somos todos- no puede ausentarse ni fallar: Los momentos vitales. Tanto en las alegrías como en las tristezas, como en el nacimiento, el bautismo, el cumpleaños, la graduación, el matrimonio, la enfermedad, la tragedia y la muerte… Por ello, fallar aquí desvincula al fiel y no hay que ir tan lejos, también desvincula a la familia. Y ya lo dice aquel viejo de la altura: “el que no atiende su finca, se la talan”.

Cuando se habla de conversión pastoral, conversión misionera, conversión sinodal y conversión eucarística hay que prestar atención y no quedar indiferentes. Si se sigue en formatos caducos y aferrados a un pasado glorioso es como trabajar con resultados adversos y pensar que la misma fórmula tendrá resultados distintos… Moshe Feldenkrais tiene una frase muy real: “La vida es movimiento”. Y si no nos movemos y hacemos algo, nos morimos…

Por ello, todos debemos revisar nuestra conversión en todas sus variantes, beber de la Fuente de Dios, prepararnos, reflexionar y actuar. La misión es comenzar a edificar la patria celestial. ¿Dónde? ¡Aquí! ¿Cuándo? ¡Ahora! Transformemos a Puerto Rico con la revolución de la ternura, con la ley de la misericordia y con el reinado del amor.

Enrique I. López López

e.lopez@elvisitantepr.com

Twitter@Enrique_LopezEV 

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