La invasión de Rusia a Ucrania no da tregua, cumplió 4 meses y no tiene indicios de terminar a la vuelta de la esquina. De ambos lados se exaltan las pequeñas victorias en batalla, pero, el saldo profundiza en negativo cada día que pasa. Es extraño porque es un conflicto entre hermanos. Y con toda probabilidad, los soldados no desean disparar a sus vecinos. La mesa diplomática no logró más que algunos detalles menores.

Padre Zabala, de feliz memoria, en este mismo espacio en su editorial titulado “Mounstruo cruel” luego de la invasión rusa en tierras ucranianas diera inicio afirmó elocuetemente: “La injusticia y el mollero como detonante de la destrucción, aclaran la monstruosidad, dejan huellas de dolor. La frase homo hominis lupus adquiere dimensiones apocalípticas y se convierte en símbolo para contar los muertos y los heridos. Niños y ancianos que son los más vulnerables, son tratados como la escoria del mundo, como inútiles en un momento de ternura y de angustia. A través de la historia, los álbumes de las catástrofes, dan cuenta de la crueldad en todos sus detalles. El horror, la destrucción, las muertes, quedan como trofeo a la maldad constituida, al desastre como herencia de todos. Ese naufragio de voluntades subraya el lado pecaminoso la ofensa más ultrajante”.

Por otro lado, aunque pueda haber guerras que duren años y hasta siglos, la certeza es que la paz vencerá. A pesar del conflicto, la violencia, la muerte en ambos lados y el dolor pasarán factura a los responsables, pero, la hermandad y el afecto entre estos dos pueblos subyace en lo profundo de ambos corazones colectivos.

Fue el más profundo anhelo de paz el que llevó a Ucrania a deponer sus armas nucleares tras la caída de la Unión Soviética. Nada justifica el abuso, venga de donde venga o de la bandera que venga.

La paz que solo el Resucitado puede dar es la clave. Oremos juntos con sencillez de corazón para que la paz de Dios renazca en suelo ucraniano y el abrazo fraterno llegue entre hermanos. Que finalmente llegue el alto al fuego, que se cambien las armas por instrumentos musicales, que se cambien la destrucción por la reconstrucción. Que el perdón y la reconciliación brillen como el sol mañanero. María Reina de la paz, ora por el pueblo ucraniano y ruso.

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