Madera, un poco de metal y materia orgánica. Con los mismos elementos esenciales, ambas guardan un profundo significado y son símbolo de un mensaje claro; como lo es la redención de la humanidad o la migración marítima ilegal.
Por un lado, la yola es madera de corte planificado, con maderas curvas y prensadas para poder aguantar el embate de las olas. Tiene clavos para afianzar las uniones. La yola es hueca para que pueda flotar, es pintada para protegerla del salitre, suele ser brillante para distinguirla en la inmensidad del mar y acompaña muy de cerca a los que navegan. Son estos quienes están expuestos al duro entorno marítimo del que se defienden solo con el timón. La yola se usa para la pesca como una herramienta para el sustento, pero, se puede distorsionar su utilización para convertirla en instrumento de tortura y muerte cuando se usa para la migración marítima ilegal. La yola nos debe recordar a tantos hermanos dominicanos y haitianos que han perecido en la búsqueda de un mejor porvenir. No merecían mori5r. El precio fue muy alto…
Por otro lado, la cruz es madera de corte crudo, recta y pensada ser instrumento de miedo y tortura. La acompañan varios clavos para fijar manos y pies. La cruz es maciza para sostener y mantenerse erguida, es robusta, opaca, intimidante y acompaña muy de cerca al sentenciado. Antes de Jesús, era signo de derrota, humillación y muerte. Fue Jesucristo el que la tomó en sus santas manos y mediante su Pasión, Muerte y Resurrección la convirtió en símbolo de la victoria sobre la muerte y el pecado rescatando la humanidad de la condenación. La Cruz nos recuerda el sacrificio del Cordero de Dios.
Ambas comparten un verdugo cruel. Por un lado, el centurión y sus soldados que obedece la sentencia mortal y al otro lado el mercader de muerte con sus navegantes. Ambas comparten un rostro sufriente: el de Cristo crucificado que también se revela en el rostro del migrante de los mares.
El pasado domingo, 26 de marzo de 2023, el Comité Fratelli Tutti de la Arquidiócesis de San Juan, llevó a cabo el Viacrucis del Migrante. Fue una procesión de solidaridad con los hermanos y familiares dominicanos y haitianos que han fallecido en su travesía hacia Puerto Rico. Esta iniciativa tuvo como propósito intrínseco orar, crear conciencia y provocar una reflexión sensata sobre esta situación. Al final, es el rostro sufriente de Cristo al que estamos llamados a asistir, limpiar, abrazar, cuidar, acompañar. Las palabras de Jesús (Mt 25, 35) esperan por respuesta cuando dice: Tuve hambre… Tuve sed… Fui forastero… Anduve sin ropa… Estuve enfermo… Estuve en la cárcel… ¿Qué le responderemos?
Twitter: @Enrique_LopezEV