El economista argentino Bernardo Kliksberg recuerda la crisis de su país en el 2002, cuando el 60 por ciento de la población vivía en niveles de pobreza y buena parte de ella no tenía qué comer. Recuerda también cómo, en ese momento, los templos católicos y las sinagogas judías se convirtieron en comedores para que los indigentes tuvieran lugares dignos para alimentarse.

Fue una gestión que lideró el entonces Cardenal Primado de la Argentina, Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco; un acto que para Kliksberg – asesor principal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en temas de desarrollo humano y miembro de la comunidad judía argentina– es uno de tantos que han convertido a Bergoglio en la más fuerte voz en la defensa por la dignidad de todo el género humano.

Kliksberg estuvo de visita en Puerto Rico esta semana, invitado por la organización multisectorial y multipartidista Juntos por Puerto Rico. En su jornada de tres días, se dirigió a académicos, estudiantes, políticos, empresarios, trabajadores y líderes comunitarios. Una y otra vez se le escuchaba hacer referencia al mensaje y a las acciones de su compatriota el Papa Francisco. “Es mi único referente”, dice el llamado “padre de la gerencia social” y promotor de la ética para el desarrollo.

“El Siglo XXI ha tenido muy malas noticias, guerras, migración de millones de inmigrantes, pobres, sufridos por las dictaduras, el hambre y la guerra. En ese mundo de noticias inmorales, el Papa es una de las mejores noticias”, señala.

Kliksberg y Bergoglio tienen un discurso común. Uno como científico social y otro como líder espiritual mundial, predican la igualdad de todos los seres humanos. Parecen haber salido de la misma escuela, porque su salón de clase ha estado entre la gente, los empobrecidos, desempleados, madres solas, familias sin techo e inmigrantes.

Ambos, con sus distintivos religiosos – Kliksberg luce en su cabeza la “kipá” judía y Francisco el solideo papal – denuncian violaciones a derechos humanos fundamentales, abusos contra la naturaleza y señalan a los sistemas económicos inhumanos.

Desde su trinchera, Kliksberg promueve el desarrollo del capital humano y la economía social, el empoderamiento de las comunidades para reclamar espacios, derechos y deberes, principios éticos, imprescindibles para que haya una “economía con rostro humano”. Algo parecido dijo Francisco recientemente ante el Congreso de Estados

Unidos: “Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y las finanzas”. El año pasado, ante jóvenes coreanos, el Pontífice expresó preocupación por la creciente desigualdad entre ricos y pobres.

Kliksberg revela algunos datos deprimentes que confirman esa realidad: 1% de la población controla el 50% de la riqueza mundial, de acuerdo con un informe del Instituto de Investigación del banco Credit Suisse; solo en América Latina hay 80 millones de habitantes en pobreza extrema y 120 millones tienen viviendas en precario.

“Me identifico total y absolutamente con el mensaje del Papa Francisco. Es alguien que toda su vida trabajó por los pobres, el medio ambiente, los derechos humanos, contra el maltrato infantil, la trata de mujeres… y continúa haciéndolo con valentía”, expresa. El economista y autor de más de 60 publicaciones hace notar su conocimiento sobre la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Sus principios y valores, comenta, son compartidos universalmente. El Papa Francisco los practica todo el tiempo, afirma, porque se levanta y se acuesta haciendo el bien a la humanidad.

“El Papa ya no es más el Papa del mundo católico, por su defensa incansable y porque transforma lo que dice en buenas acciones”, declara Kliksberg. Y asegura que “la gran mayoría del género humano está de su lado, pero cada uno debe movilizarse para hacer realidad la doctrina social de la Iglesia, como lo hace el Papa Francisco”.

(Ivis M. Negrón Pérez)

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