Bíblicamente, el acontecimiento cristiano anual del Domingo de Ramos, que litúrgicamente marca la culminación de la cuaresma y el comienzo de la Semana Santa, “quiere recordar la entrada triunfal que tuvo nuestro Señor Jesucristo a la ciudad de Jerusalén”. Asó lo explicó a este semanario el Padre Miguel De Ángel Ramírez, Párroco de la Parroquia San José de Aibonito y director del Centro Nacional de Espiritualidad Casa Manresa ubicado en el mismo municipio.
El suceso en el que fue proclamado “rey y mesías” por el pueblo que le aclamaba, da inicio al momento culmen del misterio de la Salvación de Jesucristo, en su Pasión, Muerte y Resurrección. Son dos los sucesos que marcan una celebración de triunfo en la vida de Jesús. Estos dan paso y culminan la salvación: la que se conmemora el Domingo de Ramos y la otra que se celebra por todo lo alto el Domingo de Pascua. Sin embargo, cronológicamente poco después de su entrada a Jerusalén el pueblo pediría una muerte de cruz para el que días antes llamaban“Mesías”.
¿Cómo celebrarlo?
A nivel litúrgico –explicó P. Miguel– la Iglesia provee varios modos para celebrar el Domingo de Ramos. Uno de ellos es en la Celebración Eucarística dominical regular. Otro de los modos es con la celebración de la procesión con los ramos. Esta peregrinación se suele llevar a cabo en la misa dominical a la que regularmente asiste la mayor cantidad de fieles. Tradicionalmente, la asamblea –es decir, los feligreses– se reúnen en un lugar particular de la comunidad parroquial cercano a la parroquia o capilla. Allí comienza la Santa Misa con “la lectura de la Palabra, la bendición de los ramos y se inicia la procesión”, que se completa al llegar al templo. Una vez llegada la asamblea, se procede a continuar la Santa Misa con la “oración colecta”.
Las procesiones varían de estilo a nivel cultural. En algunos países se suelen utilizar ramos de olivo, pero lo que más predomina son los ramos tomados de las palmeras, muy comunes en Puerto Rico. De otra forma, comunidades hasta realizan representaciones de Jesús montado en un asno o caballo para simular aquel suceso, o tienen escenas artísticas estaciones en el camino.
¿Qué hacer con los ramos?
Muchas personas optan por guardarlas, ya sea en su hogar, vehículo o lugar de trabajo. La Iglesia recomienda conservarlos en un lugar especial, pues han sido asperjadas con agua bendita. Por lo tanto, se convierte en un sacramental. El Código de Derecho Canónico prohíbe eliminar o desechar objetos que hayan sido bendecidos o que se consideren sagrados, como lo son los ramos que se reparten el Domingo antes del Triduo Pascual.
Establece el Catecismo de la Iglesia Católica (núm. 1670) que “los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella”. También pide “que todo uso honesto de las cosas materiales –incluyendo los sacramentales– pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios”. Es decir que, aunque pueden servir como un decorativo, también nos debe recordar a Cristo y su sacrificio por amor en la cruz. Cabe recalcar que los ramos no deben utilizarse como amuletos de buena suerte o protección, ya que no tiene poder por sí solo, sino que es un signo de lo que representa.
Otra forma de reusar los ramos que se entregan en la procesión del domingo es devolviéndolos al siguiente año para crear las cenizas que son impuestas al inicio de la próxima Cuaresma durante el Miércoles de Ceniza. Previamente, cada iglesia particular hace un recogido de las palmas bendecidas en la Semana Santa anterior y con estas hace un rito en el que quemándolas, queda el material necesario para elaborar las cenizas.
¿A qué se nos invita?
El Domingo de Ramos nos recuerda y nos invita a proclamar nosotros también a Jesús como el verdadero Rey de nuestra vida. “También es una manera de adentrarnos a la espiritualidad propia de la semana que tiene un ambiente que lanza al católico para vivirla con mayor intensidad, marcando así el misterio pascual de Cristo”, añadió De Ángel Ramírez.
Para finalizar, el presbítero hizo el llamado a participar de la Semana Santa en las comunidades parroquiales particulares. “Es importante dar culto desde la iglesia. El templo está hecho para eso, aunque no es el único espacio. Es importante reunirnos como comunidad, así como lo hicieron en aquella ciudad de Jerusalén”. Además, invitó a hacer reflexión personal y agradecer al Señor, “para dar sentido propio” a la Semana Mayor y “que no se viva desde lo lejos”. Así también, invitó a ser una Iglesia en salida, “no se queden en la comodidad del mundo virtual”.
Jorge L. Rodríguez Guzmán
Twitter: jrodriguezev