La Diócesis de Mayagüez celebró por partida triple la ordenación diaconal de Ángel Luis Rivera Pérez y la ordenación sacerdotal de Alberto Ignacio González López y Milton Morales Villarrubia bajo la imposición de manos de Monseñor Álvaro Corrada del Río, S.J., Obispo de Mayagüez, el pasado viernes, 8 de junio en la Catedral Nuestra Señora de la Candelaria de Mayagüez.

Poco antes de las 7:00 de la noche, cientos de fieles, sacerdotes, religiosos, religiosas y familiares colmaron la Catedral. Las lecturas bíblicas abrieron cauce a la presentación de los elegidos.

Mons. Corrada dio la bienvenida a los candidatos al orden diaconal y al presbiteral, que por virtud de la ordenación se unirán al clero diocesano. “Agradezco a Dios y a las familias de los diáconos y del futuro diácono por su generosidad con la Iglesia, con ellos, con los seminarios y por su amor a la Iglesia y amor a ellos”, subrayó.

Señaló que: la carta de San Pablo nos habla del barro como realismo de nuestra condición, pero no se debe caer en el error de ver el barro limitante, sino que es iluminado por la gracia divina, por una fuerza que le reaviva, que le airea y le hace resurgir”.

“Esto es lo que celebramos en la ordenación de nuestro querido Ángel, de Milton y de Alberto. La gloria de Dios que vive en nosotros, vasijas de barro”, puntualizó.

Concluida la homilía, los candidatos se pusieron de pie delante del Obispo e hicieron las respectivas promesas. En ellas se comprometieron a servir a Dios, a la Iglesia, y a obedecer al Prelado y sus sucesores. Luego, se postraron de cuerpo entero frente al altar y la asamblea cantó las letanías de los santos.

Posteriormente, se llamó al aún seminarista quien se arrodilló delante de Monseñor Corrada, quien, seguido de los presbíteros, posó sus manos sobre la cabeza del joven en silencio. Para luego colocarle la estola, la dalmática y entregársele el libro de los Evangelios.

Luego, puesto de rodillas, los candidatos a sacerdotes recibieron la imposición de manos y la oración consecratoria. Acto seguido, fueron revestidos con la estola y la casulla. Tras la unción de manos, recibieron de parte del Obispo la patena, el cáliz y el abrazo de paz. Al finalizar, los ordenados se dirigieron a la asamblea para dedicarle un breve y emotivo mensaje en señal de gratitud a Dios, a sus seres queridos y formadores.

El diácono Ángel Luis Rivera Pérez, expresó: “Gracias primero a Dios, a mi familia, a todas las personas que participaron en este proceso. Al Obispo, formadores, seminaristas, todas esas personas que me han acompañado con sus oraciones. Solo les pido una cosa recen por mí para hacer el bien y para que sea santo”.

Por su parte, los nuevos presbíteros Alberto Ignacio González López y Milton Morales Villarrubia, se unieron a las palabras del neo diácono y extendieron su agradecimiento a la familia de los seminarios en Regina Cleri en Ponce y Saint John XXIII en Weston (Massachussets), que dijeron presentes en su ordenación.

La ceremonia coincidió con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

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